Menú
Amando de Miguel

La independencia de Cataluña

Los nacionalistas catalanes han falseado sistemáticamente la realidad histórica pro domo súa.

Es el tema de las conversaciones de las personas interesadas por la vida pública. Suponíamos casi todos que lo de la secesión catalana no pasaba de ser una expresión retórica, pero ahora parece que va en serio. A mi parecer es una pretensión que llega tarde. Los nuevos Estados ya no emiten moneda, no deciden la política económica ni la militar. No me imagino a Cataluña construyendo un portaaviones.

José María Valero, catalán, se percata de que han estado engañándole con una serie de mitos nacionalistas. Los nacionalistas catalanes han falseado sistemáticamente la realidad histórica pro domo súa. Ni siquiera la sardana se mantiene como un rito ancestral y autóctono. En definitiva, Cataluña no es tan diferente como nos han hecho creer.

Manuel León López razona con mucha cordura que, aun suponiendo que Cataluña consiguiera la independencia, sus líderes empezarían a hablar de la "deuda histórica" con (el resto de) España. Por otra parte, los nacionalistas catalanes querrán anexionarse las Baleares y Valencia. Opino que las dos suposiciones tienen fundamento. Aquí he hablado alguna vez de que el objetivo real del nacionalismo catalán es la independencia subvencionada. Por eso sale a relucir el modelo de Puerto Rico. Solo que Puerto Rico es una colonia minúscula, mientras que Cataluña es una región decisiva para tirar del desarrollo español. La otra anticipación, el irredentismo, se ha dado en muchos otros nacionalismos. Es lógico; el nacionalismo subsiste mientras pervive el deseo de lograr más objetivos. De ahí lo inquietante que resulta que un partido nacionalista consiga la independencia de su territorio. En ese momento tienen que decidirse por ser otra cosa, de derechas o de izquierdas. El problema para Convergencia y Unión es toda la vida ha sido de derechas y ahora pretende pasar por ser de izquierdas. Más confusión.

José L. Martín Tordesillas apunta que los nacionalistas han ganado la batalla del lenguaje. Así, todos hablamos con naturalidad de "los comandos de ETA", en lugar de considerarlos como cuadrillas de asesinos. Hemos acabado todos con la convicción de que España es un "Estado plurinacional". Don José Luis sostiene que ni siquiera los vascos y los catalanes son pueblos o etnias diferentes. El único que podría serlo es el gitano, que se resiste a integrarse en España. Añado que se ha instalado con naturalidad la expresión "Cataluña y España", como si la una no formara parte de la otra. Arturo Mas se comporta en Madrid como si fuera un jefe del Gobierno de otro país.

Juan Díaz López-Canti husmea en el Código Penal y encuentra que hay un delito de rebelión que alcanza, entre otros, a los que declaren la independencia de una parte del territorio nacional. Añado que el problema es que no contamos con unos jueces independientes del Gobierno. Por tanto, difícilmente prosperaría la acción de aplicar ese artículo del Código Penal a Arturo Mas y compañía.

José María Navia-Osorio reconoce ahora, a toro pasado, que la famosa Transición no ha sido todo lo pacífica y exitosa que habíamos supuesto. Le doy la razón y me corrijo a mí mismo de anteriores juicios. La clave está en el secesionismo catalán, que hace saltar por los aires la Constitución.

José Miguel Romero adelanta una intrigante fábula: "Artur Mas está contando con la colaboración de caníbales para abatir al león; si no lo devora el león, lo harán los caníbales". 

Temas

En España

    0
    comentarios