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Amando de Miguel

La lengua con pasión entra

José Miguel Estebaranz aborrece el verbo "influenciar", pues ya tenemos "influir". Puede que sea un alargamiento innecesario, pero los dos verbos existen en el español contemporáneo.

En este rincón nos entretenemos con las barbaridades que se cometen con el léxico. Por eso, agradezco el descanso que supone el artículo de Paco Robles que me envía Jaime Flores. Está en el ABC. Es una bonita historia a propósito de los comedores de Cáritas. Termina así: "¿Hay algún comedor social regido por ateos o por los sindicatos?". Supongo que ese artículo merecerá un Cavia.

Claudio Verdú razona que lo de "políticamente correcto" también se daba en otras épocas. Por ejemplo, los obreros en el franquismo aparecían como "productores". Añado que algunos de esos eufemismos del franquismo han subsistido muy bien. Por ejemplo, los "sindicalistas" no son los anarquistas sino los dirigentes de los sindicatos subvencionados por el Gobierno.

Antonio Maizcurrena se refiere al neologismo que yo utilizo un poco festivamente: "facebuc". Don Antonio me propone "fazbuc". Entiendo que puede haber otros. Por ejemplo, "bibliofaz". Los facebuqueros recurren a "FB". Pero me da no sé qué aumentar el repertorio de acrónimos.

Álvaro Vivar me escribe una verdadera tesis doctoral sobre las ventajas de escribir de izquierda a derecha. No me convence que el ojo humano perciba mejor los objetos horizontalmente que verticalmente. De todas formas, voy aprendiendo que lo de la escritura con ideogramas de los chinos y japoneses esconde mucha sabiduría. Aun así, sigo en mis trece: esos dos pueblos tendrán que dar el paso definitivo para adoptar el alfabeto latino, como en su día hicieron los turcos. Don Álvaro me recuerda que la Ley de Vagos y Maleantes de 1933 (los condenaba a campos de concentración) es un buen precedente pare entender el tratamiento de los actuales "indignados". Agradezco el dato y la reflexión.

José María Sanordevil escuchó, atónito, la respuesta que me dio Toxo a la pregunta sobre si los sindicatos recibían subvenciones. El sindicalista afirmó sin vacilar que los sindicatos viven fundamentalmente de las cuotas de sus afiliados. Para demostrar la mendacidad de ese aserto, don José María me incluye una lista de varias páginas con las subvenciones millonarias que reciben los sindicatos y las patronales de la Administración Pública. Añado que esa lista se debería completar con las retribuciones de los sindicalistas cuando ejercen de representantes corporativos en muchos organismos públicos. Mi conclusión: seguimos teniendo sindicatos verticales.

Hug Banyeres vuelve por sus fueros: "Un diccionario solvente sobre términos latinos sólo (observe el acento) puede serlo un diccionario latino". Todo para demostrar su tesis de que, al transcribir palabras latinas en español, no hay que poner acentos. Alego la opinión contraria de la RAE. Diccionarios latinos manejo dos venerables, el de Manuel de Valbuena y el de Raimundo de Miguel. En ambos se ponen los acentos de las vocales breves o largas. En el Diccionario de latinismos y voces latinas de Gregorio Sánchez Doncel y en otros, las palabras latinas se incluyen con el acento correspondiente de la ortografía del español. Otra cosa. Sostiene don Hug que "la numeración romana sigue usándose". Claro es, pero solo simbólicamente, no para operaciones matemáticas. Es un atraso de numeración al no contar con el cero.

José Miguel Estebaranz aborrece el verbo "influenciar", pues ya tenemos "influir". Puede que sea un alargamiento innecesario, pero los dos verbos existen en el español contemporáneo. El primero es transitivo y el segundo intransitivo. Don José Miguel me consulta la voz "sartageno" o "sartaheno", que se dice en algunos sitios para el "saltamontes". No la he oído nunca, pero tiene gracia.

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