Menú
Amando de Miguel

La lengua es también sentimiento

No estaría mal que los señores de la Real Academia Española se pronunciaran en voz alta sobre una cuestión tan grave como es el genocidio cultural del español en una parte de España. De lo contrario, quien calla, otorga.

Manuel Claridad Villaverde cuenta un divertido suceso. "Caminando por la atiborrada medina de Fez, en Marruecos, me pasó un burro por un lado. De repente el jumento se paró, y el conductor del animal lo hizo arrancar de nuevo con un sonoro ¡arree!, que me hizo pensar en lo pequeño que es el mundo". En efecto, la voz arre, para animar a las caballerías, se encuentra en diversas lenguas. Quizá proceda del hebreo o del árabe, pero lo más seguro es que sea una de esas voces naturales que funcionan como onomatopeyas. Los niños de las ciudades dicen ahora "jía" en lugar de "arre" por influencia de las películas del Oeste y similares.

Rosario Martínez me escribe una emotiva misiva sobre su amor a la lengua española, aunque ella lleva muchos años residiendo fuera de España. Recuerda con gratitud a su profesor de Lengua Española Ignacio Ahumada Lara. Siempre es de agradecer ese recuerdo que los alumnos mantienen de sus profesores. Doña Rosario (Chari para los amigos) se queja de la expresión "antiguas pesetas". Le parece una expresión ridícula. No soy yo de esa opinión. Los que hemos vivido tanto tiempo con las pesetas no podemos menos de traducir mentalmente los euros a la antigua valuta nacional. No podemos llamarla peseta sin más, pues no está vigente. Así pues, tendremos que decir "antiguas pesetas". El precio de un café podemos registrarlo en euros, sin traducir, pero el coste de un piso o un coche necesitamos hacerlo equivaler a las "antiguas pesetas". Lo que pasa es que hay también un engaño, pues el cambio lo hacemos con una equivalencia fija, la del momento de la introducción del euro. Desde entonces ha habido una pequeña erosión del euro, pero no la aplicamos al cambio actual con las hipotéticas pesetas. Llegará un momento en el que ya no tenga más sentido la traducción a las históricas pesetas. Pero ese momento todavía no ha llegado para los actuales adultos.

Antonio Navarrete (profesor de Latín y Griego en Úbeda, Jaén), a propósito de los ataques al idioma español, se pregunta por una ausencia: la de los académicos de la lengua. Su silencio es estruendoso. "Al despreciar al español nos están despreciando a nosotros mismos, a nuestros sentimientos más profundos. Es un genocidio cultural al español y a todo lo que signifique España el que se está haciendo, por ejemplo, en Cataluña". Razón tiene don Antonio. No estaría mal que los señores de la Real Academia Española se pronunciaran en voz alta sobre una cuestión tan grave como es el genocidio cultural del español en una parte de España. De lo contrario, quien calla, otorga.

Manuel Navarro Pastor razona así: "los científicos no oscurecen su lenguaje en absoluto. Sois los de las humanidades, con vuestros complejos de inferioridad, los que lo hacéis". No sé qué complejos de inferioridad pueden ser esos. Hombre, hay profesionales claros y oscuros en todos los campos del saber. Los científicos tienen a su favor que sus disciplinas están más formalizadas, lo que les lleva a usar términos más difíciles de entender para el profano. Lo grave es el oscurecimiento gratuito en los textos que van dirigidos al público en general.

Mª Paz Velázquez (boticaria) narra una historia divertida. Es la de la señora vanidosa que va al médico y este le diagnostica que "padece la enfermedad de Hansen", es decir, lepra. La señora iba diciendo muy ufana a todos sus amigos que tenía una enfermedad muy importante, nada menos que la de Hansen. Doña Mª Paz observa una curiosa teoría popular sobre los dolores de cabeza. "Si te duele en la parte de arriba, esto es, en la frente, es que tienes la tensión alta; si, en cambio, es en la nuca, la tensión es baja". Son buenos ejemplos de ese principio por el que las palabras tienen valor por sí mismas.

Javier Aymerich Bartolomé, corresponsal asiduo, escribe a propósito de las ilustradas misivas de Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel): "Leo con auténtico gusto las aportaciones que el señor Lerner hace desde Israel. Deberíamos hacer un esfuerzo para recuperar, o conocer un poco mejor, el ladino, español clásico conservado, supongo que con las inevitables transformaciones, por el pueblo de Israel. Me parece fascinante y una de las muchas cosas que deberíamos agradecerles a los judíos. Me da la impresión de que han conservado, como en una cápsula del tiempo, nuestra lengua de hace siglos, constituyendo una impagable herramienta de estudio y de gozo". Sí, señor.

En Sociedad

    0
    comentarios