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Amando de Miguel

La manipulación de la memoria

Lo de la 'memoria histórica' es una ruin operación de propaganda política para hacer creer que la última guerra civil la ganaron los republicanos.

Ciertos pedagogos progresistas suelen entender que el cultivo de la memoria empece el de la inteligencia. Tonterías. Da la impresión de que confunden la pedagogía con la podología e incluso con la pederastia. La inteligencia sirve para establecer relaciones significativas entre las cosas y poder así imaginar el futuro de forma más verosímil. Para ello se vale de una facultad tan necesaria como la memoria, que, a su vez, se auxilia continuamente del olvido. Si no retuviéramos en nuestra mente todas las experiencias desagradables, nos volveríamos locos.

Me parece un error la total confianza en los cachivaches informáticos que nos ayudan a recordar lo olvidado o lo no aprendido. Claro es que la señora Google resulta utilísima, pero no conviene que sustituya siempre a nuestra facultad personal para almacenar información y procesarla.

Se sabe que con el avance de la edad vamos perdiendo información, pero, por eso mismo, un buen ejercicio para los viejos (ahora dicen los "más mayores") consiste en esforzarse en recordar lo que a veces se olvida. Es una práctica tan saludable como dar frecuentes paseos o minorar la ingesta de grasa y azúcar. ¿Que se borra de la mente una palabra, un nombre o una fecha? Lo mejor es esforzarse deportivamente hasta recuperar lo que se había perdido. No importa si la operación dura horas o días. Tampoco hay que desplazar otros pensamientos. Basta habilitar una parte de la mente para esa operación de búsqueda. Se puede realizar incluso durmiendo. Es lo que se llama "consultar con la almohada". No es una superchería; funciona.

Me parece una mala decisión de las autoridades de la enseñanza la de evitar que los escolares aprendan poemas. No solo resulta conveniente pertrecharse de ellos, sino que se puede estimular el ingenio para componer otros. Es algo tan fácil y placentero como hacer dibujos, tocar un instrumento musical o montar en bici, entre otras muchas habilidades. La mente y el cuerpo descansan cambiando de ocupación.

La aberración máxima es lo que se llama "memoria histórica". Realmente no es ninguna de las dos cosas. Consiste en una ruin operación de propaganda política para hacer que los españoles se traguen la píldora de que la última guerra civil la ganaron los republicanos. O lo que es casi lo mismo, que el bando vencedor no existió. Para ello conviene hacer desaparecer todos vestigios de esa época. La sarcástica ensoñación de George Orwell en 1984 se queda chiquita. No exagero. Comprueben las películas que se han hecho en España en los últimos 40 años sobre la guerra civil de 1936. Verán quiénes son los héroes y los villanos.

No se sabe qué resulta más chocante: que el PSOE lanzara una ley de "memoria histórica" con el fin de tergiversar la historia contemporánea o que el PP no la derogara. Irrita pensar que sobre el particular haya funcionado un acuerdo tácito tan estupefaciente. En donde se demuestra que el famoso consenso de los políticos no siempre lleva a felices resultados. Sin ir más lejos, me parece abominable la coincidencia actual de todos los grupos parlamentarios en considerar que debe aumentar el gasto público. Claro que más insensato es todavía pretender que el consiguiente aumento de los impuestos va a incidir solo en las "grandes empresas". Áteme usted esa mosca por el rabo.

Una vez me metieron en la cárcel por asegurar que la guerra de 1936 fue efectivamente una guerra civil y no una cruzada de liberación. Me imagino que podría acabar otra vez en la trena por razonar que la sedicente "memoria histórica" es una patraña, un disparate mayúsculo. Sus fautores y propagandistas deberían ser pasados por las armas… del ridículo. No sucederá tal cosa. Antes bien, merecerán toda suerte de plácemes, cargos y recompensas.

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