Es evidente que las fluctuaciones del clima son cíclicas, recurrentes. Lo dicen la ciencia, el sentido común y el refranero. Como los españoles somos tan extremosos en todo, se alternan en nuestro país las fases de pertinaces sequías y de intensas lluvias. No hemos aprendido la lección. Tanto es así que las inundaciones (normalmente en la costa mediterránea) nos cogen siempre por sorpresa. Sería de sentido común que se hubiera previsto un plan de pequeños embalses en los ríos y arroyos que van a dar en la mar. Pero no hay nada de eso. Sigue funcionando el estigma de que las presas (antes pantanos) eran cosa del franquismo. Tampoco se ha cuidado la norma tradicional de no edificar en las rieras o ramblas que se asoman al Mediterráneo. Siempre es mejor que, a toro pasado, después de la inundación la zona se declare catastrófica, lo que significa generosas ayudas del erario.
No está claro si el famoso cambio climático que nos amenaza significa que ahora va a llover más o menos que antes (ahora dicen "con anterioridad"). Lo que parece menos discutible es que la Tierra aumenta de temperatura, es decir, se calienta más allá de la cercana experiencia histórica. Sea como fuere el efecto no deseado, despista la expresión "lucha contra el cambio climático". No es la única. También tenemos la "lucha contra el cáncer" o la "lucha contra la pobreza". ¿No será un abuso tanta metáfora bélica? Tengo para mis adentros que con tanta lucha lo que se quiere indicar es que el Gobierno no va a hacer gran cosa para paliar las correspondientes amenazas.
Mi intuición me dice que, si se dan copiosas lluvias en un lugar de la Tierra, la seca se produce en otro. Nada hay más caprichoso que los meteoros, a pesar de que el refranero los tiene bien previstos según las épocas del año. Lo cual demuestra la profunda verdad de su carácter cíclico. No es mucho decir, pues se ignora muchas veces la duración de cada fase.
Vuelvo al principio. ¿Cómo es que el Gobierno no sabe anticipar la llegada y los efectos de una inundación o los de una sequía? Ya lo hizo José en la corte del Faraón hace unos 4.000 años, siglo más, siglo menos. Entonces fueron fases de siete años.
Tampoco entiendo por qué se mantiene la etiqueta de cambio climático y se lanza como prioridad para todos los Gobiernos. Quizá sea porque de tal fenómeno se benefician algunos poderosos grupos de presión; por ejemplo, los ecologistas o ciertas grandes empresas eléctricas. Todos eligen el color verde como distintivo. En otras épocas era el color preferido por la nobleza.
El Homo sapiens ha sobrevivido durante milenios a las más azarosas alteraciones climáticas. Lo cual le ha servido para poblar toda la Tierra a partir de su origen en el este de África, atravesando ríos, mares, cordilleras y desiertos. Hoy disponemos de muchos más medios que en el pasado, pero nos inquieta especialmente que la Tierra se caliente por encima de lo acostumbrado. Más grave sería una nueva glaciación, como la que supuso la extinción de los neandertales hace varias decenas de miles de años. La última pequeña glaciación fue general en el siglo XVII europeo. Lo curioso es que coincidió con un auge esplendoroso del pensamiento, el arte y la ciencia.
Si fuera cierto el calentamiento de la Tierra (ahora se dice "global"), ciertamente algunos territorios costeros sufrirían la subida del nivel del mar. Sin embargo, al tiempo la Siberia, la Patagonia y otros territorios hoy estériles por el frío se volverían más fértiles. No está claro que con más grados de temperatura media la vida humana fuera insoportable.
Me cuesta creer que el calentamiento de la Tierra vaya a suponer un desastre para todo el mundo. Habrá que sacar partido de la nueva circunstancia en lugar de luchar contra ella. Lejos de repetir la cantinela sobre el cambio climático, mejor será ponerse a pensar, a idear. Claro que quizá sea mucho pedir.