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Amando de Miguel

La persona que tengo más cerca

Casi siempre me interrumpen a mí. Es mi cruz. La única ventaja es que, cuando yo hablo, consigo una cierta atención por parte de los tertulianos más educados y supongo que también por parte del público.

Por esa cercanía se me perdonará que algunas veces hable de mí mismo, incluso aunque sea para bien. Santos Martínez (Zaragoza) me señala: "¿Qué pinta usted en la mayoría de esos foros o tertulias, sobre todo en televisión?". Su idea es que esas colaboraciones mías significan que pierdo "rango, reconocimiento y, por tanto, prestigio personal". El hombre presupone que no será porque yo tenga "problemas para llegar a fin de mes". Pues, sí, los tengo, y no me viene mal el magro estipendio que obtengo de algunas tertulias. Otras muchas apariciones en televisión o en radio las tengo que hacer gratis, como lo son mis artículos y comentarios en mi Facebook. Es más, cada vez realizo más actividades sin ánimo de lucro, no tanto por mi voluntad, sino porque otras personas consideran que sería un desdoro que yo cobrara mi tiempo. Pero el tiempo es escaso, y más cuando se ha doblado (hace ya muchos años) el cabo de las Tormentas. Por tanto, no considero un deshonor cobrar, siempre que puedo, por mi trabajo intelectual. Francamente, no creo que pierda prestigio al ejercer como tertuliano, sobre todo porque, tras ese trabajo, hay mucho esfuerzo acumulado de estudio. Mi oficio principal ha sido siempre enseñar a pensar por todos los medios a mi alcance. Ya que no me dejan hacerlo como catedrático de la Complu, ejerzo esa actividad allí donde puedo, también en la televisión. Además, sigo dando conferencias y escribiendo artículos y libros. Observa don Santos que, en las tertulias de la tele, suelo adoptar una "postura silente". Realmente hablo menos que mis compañeros porque no sé interrumpir sus alegatos. Yo espero a que me den la palabra. Casi siempre me interrumpen a mí. Es mi cruz. La única ventaja es que, cuando yo hablo, consigo una cierta atención por parte de los tertulianos más educados y supongo que también por parte del público.

La semana pasada escribía aquí un elogio del libro de Jesús Laínz, Desde Santurce a Bizancio. Reitero que estamos ante uno de los grandes ensayos de esta década. Don Jesús me envía un ejemplar dedicado con este simpático soneto, que copio para la posteridad:

Es Amando fecundo novelista,
historiador de todo, politólogo,
curioso enciclopédico, antropólogo,
agitador, espía y analista.

Amigo fiel, dotado prologuista,
guerrero tertuliano y aun filólogo,
incluso hay quien le acusa de sociólogo
y de ser, en secreto, futbolista.

Cyrano de las letras españolas,
a sus lectores cada día abruma
como cuatro Balzacs y cinco Zolas.

Las ganas de dar guerra le rezuman
con mil ideas que le salen solas
y millones de hormigas en la pluma.

El último verso se refiere a una expresión francesa que aplica Cyrano. El hombre sentía tener hormigas en su espada que le acuciaban a desenvainarla. El soneto es una belleza. No me encaja lo de futbolista y algún verso se excede en la métrica del endecasílabo. Ahora bien, eso último también se daba en Lope de Vega y otros vates de mucho relumbrón. Un escritor no lo es hasta que no compone un soneto, la pieza poética perfecta. Así que me congratulo del estilo literario de don Jesús. Lo de literario hay que decirlo para que no se confunda con otra cosa. Dichosa lengua nuestra con tanta polisemia.

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