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Amando de Miguel

La propiedad de los nombres propios

Seguimos con el concurso de recopilar nombres de pila que sean raros y curiosos. La condición del certamen es que uno haya tratado personalmente a las personas con esos nombres. José Antonio Martínez Pons acumula una ristra de nombres verdaderamente extravagantes. Así, el de Agatónica. Añado que existen varias santas con ese sonoro nombre, que en griego significa “Buena victoria”. Otro nombre femenino que resulta familiar a nuestro comunicante es Filomena. En la opinión de don José Antonio ese nombre procede de un error. Simplemente, el nombre de filomena… figuraba en algunas lápidas romanas con el significado de “a mi querida…”. Por tanto, no era un nombre propio. Añado que la frase de las lápidas era filumena pax tecum (= la paz sea contigo, amada mía). De acuerdo con esa interpretación, en 1961, Santa Filomena fue retirada del santoral, pues no consta ninguna santa con ese nombre. Es triste que las Filomenas de nuestro tiempo se hayan quedado sin onomástica.
 
Agustín Fuentes me proporciona una espléndida lista de nombres raros; los llevan personas que él mismo ha conocido. Anoto la lista por si alguien más los reconociera. Añado entre paréntesis el significado originario, hasta donde me ha sido posible averiguarlo:
 
 ─ Atilana (nombre latino).
 ─ Baldomero (= “ilustre audaz” en germánico)-
 ─ Marciana (nombre latino).
 ─ Alipio (= “alegre” o “sin tristeza” en griego).
 ─ Saturio (= “satisfecho” en latín).
 ─ Celedonio (= “referido a las golondrinas”).
 ─ Felicísimo (= “muy feliz” o “muy fecundo” en latín).
 ─ Abundio (= “el que desborda [en amor a Dios]”. Desgraciadamente el nombre se ha asociado al dicho de “Es más tonto que Abundio que fue a vendimiar y llevó uvas de postre”).
 ─ Macario (= “feliz”).
 ─ Acacia (= “bondadosa”).
 ─ Silvano (= “de los bosques”).
 ─ Leoncio (= “de los leones”).
 ─ Macedonio (= “de Macedonia”).
 ─ Filadelfio (= “amante de sus hermanos”).
 
Todos esos nombres, por raros que parezcan, existen en el santoral. Más usuales son hoy otros muchos nombres propios que carecen de un santo patrón.
 
Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel) envía una simpática lista de nombres propios pertenecientes a individuos reales que eran clientes de la botica de su padre en la Argentina:
 
 ─ Circuncisión del Señor
 ─ Fiesta Patria
 ─ Fiesta Cívica
 ─ Independencia
 ─ Carnaval
 ─ Carvestolenda
 ─ Corpus Christi
 ─ Santísima Concepción de la Virgen
 ─ Santísima Trinidad
 ─ Natividad
 
Además de esa lista, entre litúrgica y patriótica, don Jaime recuerda la predilección de los uruguayos por los nombres que comienzan con la letra W. así, Washington, Walter, Walderma, Waldo, Werner, Wolfgang y Wichita. Naturalmente, a esa última sus amigos la llamaban “Bichita”.
 
Pilar Marín Rojas (Cazorla, Jaén) me aporta más nombres extravagantes y sonoros a la colección onomástica. Todos ellos son de conocidos o familiares; ya es suerte:
 
 ─ Lady Diana (no hace falta indicar el origen. Realmente tendría que ser Princess Diana).
 ─ USNavy (por el letrero de los barcos norteamericanos).
 ─ Adelma (“yelmo noble” en germánico).
 ─ Veralides (ignoro qué pueda significar).
 ─ Celima (una variante de Celia, aunque la que se conoce es Celina).
 ─ Celinda (idem).
 
Además de los nombres de pila, doña Pilar añade algunos motes muy celebrados, también de personas conocidas. Así, un compañero de estudios pertenecía a la gloriosa familia de Los Moscas. Al director del Instituto lo llamaban El Jamón, por ser muy bajito y su mujer muy alta. Había un profesor, completamente calvo, a quien llamaban El Melenas, por cariñosa antífrasis.
 
Alejandro Serratosa, al hablar de los caprichos onomásticos, aduce el caso de una “señora juez de Sevilla cuyos apellidos son Herencia Malpartida. Unos apellidos que podrían dar que pensar sobre sus decisiones en ciertos asuntos civiles”.
 
Algunas veces el nombre propio se combina con algún mote para dar lugar a un resultado sumamente original. Así, la Agencia Solmarán (deduzco) me cuenta que en un pueblo de La Safor (Alicante) hubo un desfalco en una entidad bancaria. Uno de los empleados se llamaba Perfecto y quedó para siempre como Perfecto Desfalco. El pobre nada tuvo que ver con el desfalco, pero así se quedó.
 
José María Navia-Osorio da cuenta de algunas peculiaridades del género de las esquelas funerarias tal como se publican en Asturias. Por ejemplo, a veces se añade el mote al nombre oficial: José Luis Pérez (Pepe Madreñas). En algún caso lo que va entre paréntesis es el nombre verdadero: Manuel Fernández (Carlos López). Una costumbre bien simpática es la de incluir en la esquela “los nombres de todos los familiares, incluyendo los que ya murieron. Lo bueno es que todos ellos, muertos incluidos, piden una oración por el alma del difunto”. Es una curiosa manera de entender la familia como una estirpe.

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