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Amando de Miguel

Las confusiones en el discurso público

Los políticos y comentaristas ya no saben cómo decir que la crisis es la crisis. Hablan de recuperación cuando el producto económico baja solo unas décimas y no varios enteros.

Aquí normalmente me fijo en la polisemia de las palabras, en los usos populares de tal o cual expresión. Me interesan más las peculiaridades que los errores; me ocupo más del habla que de la lengua correcta. Pero a veces hay que protestar del mal uso que se da a determinadas palabras por parte de los políticos o los comunicadores. Por ejemplo, en el reciente debate sobre el estado de la nación (que realmente no es tal cosa) Zapatero habló de "el resultante". Comprendo que el presidente sea de Letras y no entienda que "la resultante" sea la suma de dos o más vectores. Pero no se puede decir públicamente "el resultante". Claro que Rajoy dijo también lo del "montante", cuando hubiera bastado con el "monto". Puede que las palabras terminadas en <ante> den mucho tono. Por eso el rocín de don Quijote fue Rocinante.

Una confusión más grave y más general es la de decir "requerimientos" cuando se quiere significar "requisitos". Son cosas muy distintas. Los requisitos son las condiciones formales para algo; los requerimientos son los avisos oficiales, por lo común procedentes de un juzgado. Esa confusión es tan general que vamos a tener que incorporarla al diccionario. Una vez más, la confusión procede del inglés ubicuo, pero esa razón no legitima el atropello. Peor es todavía decir "prerrequisitos" en lugar de "requisitos". Son dislates que se emiten por gente culta a troche y moche

Los políticos y comentaristas ya no saben cómo decir que la crisis es la crisis. Hablan de recuperación cuando el producto económico baja solo unas décimas y no varios enteros. El otro día oí (y no escuché) por la radio que las tasas de crecimiento del producto que se esperan para el próximo año van a ser "pequeñamente negativas". Las décimas de grado centígrado están bien para indicar la febrícula, pero los decimales en Economía suelen ser una engañifa.

Con ocasión de la política de austeridad que impone la actual crisis económica, es muy común referirse a la famosa frase de Churchill "sangre, sudor y lágrimas". Como tantas veces ocurre, resulta que Churchill no fue tan original como parece. Realmente, la famosa petición de Churchill, en plena guerra, fue la de ofrecer a los británicos "sangre, sudor, lágrimas y esfuerzo". No logro comprender por qué se le quita lo de "esfuerzo" o más bien "fatiga" (=toil) a la famosa frase. Por otro lado, una frase equivalente la pronunció en un mitin de los años 30 el político español José María Gil Robles. Eso indica que seguramente se trataba de una frase hecha que habían dicho antes otros políticos. Da más prestigio citar a Churchill que a Gil Robles, pero lo justo es dar a cada uno lo suyo. La observación que digo la he repetido aquí varias veces, pero veo que de nada sirve. Seguiremos oyendo una y otra vez lo de "sangre, sudor y lágrimas" como la célebre petición de Churchill a sus sufridos compatriotas. Una falsedad repetida no la hace verdadera.

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