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Amando de Miguel

Las lenguas de la internet

La tendencia inevitable para la próxima generación es servirse del inglés y del alfabeto latino para el grueso de las comunicaciones internéticas.

Julio Iglesias (que todo lo lee) me envía un recorte de The Economist, donde se contiene una crónica sobre la extensión de la internet en los países de habla arábiga. Ha sido colosal, un 3.000% de aumento en 12 años, aunque sospecho que se trata de una falacia estadística, pues se partía de su virtual inexistencia hace unos lustros. Pero lo significativo es que solo el 1% de esos mensajes se tramitan en árabe. El resto se desenvuelve en inglés. El autor de la crónica achaca esa desproporción a que no se habían desarrollado los programas para escribir en el alfabeto árabe. Hay otra razón más interesante: en algunos de esos países hay censura para la internet, la cual se puede burlar mejor si la comunicación va en inglés. Se me ocurre otro factor, que el árabe, incluso el escrito, está sujeto a muchas variaciones dialectales. En cambio, el inglés funciona como una cómoda lingua franca para las comunicaciones comerciales o técnicas. Parece que los esfuerzos últimos de ese proceloso mundo de la internet consisten en desarrollar programas que adapten bien otros alfabetos que no son el latino u occidental.

Mi opinión es que va a ser inútil ese esfuerzo para utilizar cientos de idiomas y docenas de alfabetos para la comunicación internética. (Por favor, dejen de subrayar en rojo ese necesario adjetivo de internética). La tendencia inevitable para la próxima generación es servirse del inglés y del alfabeto latino (realmente su origen es fenicio) para el grueso de las comunicaciones internéticas. De lo contrario esto va a ser un pandemónium.

De momento bien está que se puedan aceptar correos electrónicos con peculiaridades regionales. Por ejemplo, en los países árabes se puede escribir un correo con el final de .shabaka en lugar de .com o cosas parecidas. Por lo visto, shabaka significa red.

Ya que estamos en esa idea de aceptar peculiaridades regionales, no estaría mal que presionáramos los hispanohablantes para que se aceptara la letra ñ o los acentos para escribir los títulos de nuestros correos. Resulta degradante tener que prescindir de esos signos en nuestros usos internéticos. No creo que el problema sea técnico, por lo mismo que la letra ñ o los acentos están incluidos en nuestros teclados, como está la @. A nadie puede perjudicar esa innovación. No vale el argumento de que entonces habría que incorporar docenas de signos peculiares o exclusivos de otras lenguas. La cuestión es estadística, no nacionalista. El árabe puede ser un idioma de comunicación internacional, pero lo es mucho más el español. La graciosa tilde de la ñ no molesta a nadie. Está en el nombre de España, conocido en el mundo por ser el primer país turístico (en términos per cápita) y uno de los primeros en cuestiones deportivas. Las tildes de los acentos nos permiten una facilidad fonética que no tiene el inglés. En nuestros diccionarios no hace falta explicar al lector cómo se pronuncia una palabra, salvo en el caso de algunos neologismos y barbarismos. En inglés es imprescindible esa ayuda.

No me preocupa nada el lenguaje sincopado y lleno de coloquialismos con el que nos comunicamos a través de la internet. El lenguaje literario o culto ha coincidido siempre con el coloquial. La diferencia es que ahora, por primera vez en la historia, la mayor parte de la población alfabetizada escribe a través del ordenador. Esa ha sido una revolución como la de la rueda. Pero recordemos que la rueda tardó miles de años en aplicarse a los bolsos o maletas. Esperemos que los avances informáticos sean un poco más diligentes.

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