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Amando de Miguel

Latín nutricio

Jaime Villar Riu propone que fornicio no sea solo la voz coloquial para “ayuntamiento carnal” sino que se amplíe a “lugar donde se realiza fuera del matrimonio”. Sería el equivalente a picadero. Hombre, la innovación no es tanta. En latín fornix-icis equivale a burdel o prostíbulo. Ya se sabe, “en cuestiones de fornicio, nada es adventicio”.
 
Pedro Antonio Giménez Garrido (maestro de escuela, Albacete) me corrige lo de abútere de la famosa frase de Cicerón. Insiste en que es abutere, voz grave. Corregido queda. Esa seccioncilla se nutre del maravilloso acrecentamiento de los libertarios-lectores. Saben latín.
 
Gabriel Casanueva Muñoz me precisa la famosa cita de Terencio en el Heautontimorumenos: “Homo sum, humani nihil a me alienum puto”. Sí, señor. No hará falta traducirla. Qué belleza. ¿La considerarían sexista las feministas hodiernas? Conste que hodiernas no es un dicterio. Ya de paso, el pulcro don Gabriel facilita la traducción de mi frase favorita, la de San Agustín: “Noli foras ire, en te redi, in interiore homine habitat veritas”. Dice don Gabriel que es “en el hombre interior” no “en el interior del hombre” según la traducción al uso. Aceptado. Solo una pregunta: ¿no será mejor “in te redi” o “in te ipsum redi”? (= vuelve a ti mismo, concéntrate). Pregunto.
 
A Gonzalo Díaz Granda (Valencia) le choca el uso que hago del latinajo verbátim. Pregunta: “¿no sería más acertado nominátim?”. Son cosas algo distintas. Verbátim significa “palabra por palabra, literalmente”. Nominátim quiere decir que se citan a las personas por sus nombres, como cuando se llama a los diputados a que voten en una votación especial. Es potestativo el acento: verbátim o verbatim. Escribiendo en castellano es mejor colocar la tilde en su sitio, pero muchos libertarios protestan en nombre de no sé qué esencia. Al final me crean dudas.
 
Melchor Sánchez de Toca Alameda (Ciudad del Vaticano) me corrige el dicho latino que me transmitía Carmen Felgueroso. El estatint debe de ser statim (= al instante) y los que cabalgan son seguramente praeterequitantes. La fuente del encumbrado clérigo (subsecretarius del Pontificum Consilium de Cultura) no puede ser más fidedigna. Ya de paso, don Melchor me añade un par de perlas para la colección de dichos populares. Una es veremos a ver (= que funde el “ya veremos” con el “vamos a ver”). Otra, aún más fina, es puede ser posible (= amalgama de “puede ser” y “es posible”). Estupendas expresiones.
 
Rafael de Olaiz (Alcorcón, Madrid) tiene la curiosidad de por qué en Alemania el “canciller” es el jefe de Gobierno y aquí es el ministro de Asuntos Exteriores. Son tradiciones diferentes. En su origen, el cancelarius latino era tanto como el amanuense, o antes, el portero. El cancellus era la puerta. Todavía nosotros decimos cancela a la puerta de la verja. Durante mucho tiempo, en Castilla, el canciller era el secretario del Rey, el que guardaba su sello. En la jerga diplomática el canciller es un alto cargo de una embajada o consulado. En algunos países el canciller es el título del rector de Universidad.
 
José Bengoechea Iboceta asegura que ha visto un recurso de un interno de un centro penitenciario dirigido al Juez de Vigilancia. Solicita un hábeas corpus (derecho a que vea el juez al detenido para que resuelva si su detención es legal). Lo curioso es que, en lugar de ese latinajo, el escrito dice corpus cristi. El juzgado lo tramita porque ya está acostumbrado al trabucamiento. Lo más curioso es que, por lo visto, el escrito nada tenía que ver con un hábeas corpus. Comenta don José que, al escribir esas palabras mágicas de corpus cristi, el detenido pude ver inmediatamente al juez, “lo cual, en definitiva, viene a ser la quintaesencia del hábeas corpus”. Es un ejemplo excelente del efecto taumatúrgico del lenguaje curialesco.
 
Fernando González (Madrid) me envía una refrescante frase latina:Servat ordinem et ordo servaviste(= sirve al orden y el orden te servirá a ti). Buena divisa para Zapatero.

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