La expresión es bien clara. La palma es el símbolo del triunfo, de la victoria. El origen es seguramente militar y deportivo. Se trata de una metonimia por el lado positivo. No hay suspensos “cum laude”. Pero los usos van por otro lado. En el lenguaje que se desliza en los medios informativos es corriente escuchar o leer que algún suceso catastrófico “se ha llevado la palma” por el número de víctimas. Resulta chirriante el comentario de que tal ciudad se ha llevado la palma en la cifra de mujeres maltratadas. Estamos acostumbrados a toda suerte de listas de méritos, aun cuando el hecho sobresaliente pertenezca a una especie luctuosa o vergonzante. Bastante triste es el hecho de acumular desgracias para que encima merezca la palma o galardón. Es claro que se puede destacar por algún suceso triste, pero entonces no le demos la palma sino el pésame.
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