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Amando de Miguel

Manual para feministas

Sigo con el Manual alcazareño. ¡Y pensar que se escribe en tierras del Quijote con ocasión del cuarto centenario de nuestra epopeya nacional!
 
Sostiene la cartilla manchega que, en lugar del alcalde, los funcionarios, los campesinos o los empresarios, se diga la alcaldía, el funcionariado, el campesinado o el empresariado. Hombre, no es lo mismo una serie que la otra. Me da vergüenza tener que demostrar que no son términos equivalentes. Para mí ni los funcionarios ni el funcionariado son voces que tienen que ofender a las mujeres por muy masculinos que aparezcan esos términos. Yo soy un varón, pero ante todo una persona (femenino y genérico). Es evidente que el Presidente se puede reunir con quien sea en la Presidencia. No hay sexismo ninguno. Muchos ciudadanos se pueden salir de los usos que sigue la ciudadanía. De nuevo, no son términos equivalentes y ninguno es sexista. Sexismo puede ser que “hombre público” es una eminencia y “mujer pública” es una puta. Pero también tienen las putas su dignidad.
 
Aconseja el vademécum manchego que no se debe decir “el ciudadano que quiera reclamar” sino “quien quiera reclamar”. ¿Podría entonces reclamar el pasaporte español un extranjero?
 
Asimismo asegura el dichoso manualillo que no se debe decir “los políticos” sino”la clase política”. Pero “la clase política” es un concepto crítico, acuñado por la ideología fascista, para denigrar a los políticos. Yo no quiero denigrarlos y los llamo simplemente los políticos. Si dijera “las políticas” se confundiría quizá con las medidas de tipo político. Ahora dicen “las actuaciones”, exacto, con su sentido de farsa o comedia. No me parece conveniente hablar de “los peritos y las peritas” o “los parados y las paradas”. Serían aplicaciones poco felices de las reglas no sexistas (sin guioncillo, por favor) que promueve la izquierda alcazareña.
 
Sostiene el Manual que “señorito” se distingue de “señorita” por el sentido peyorativo que tiene el femenino. Será así en tierras manchegas, aunque lo dudo. En tierra de garbanzos ─que es la mía─ una “señorita” es cosa fina y un “señorito” es un tipo despreciable o por lo menos ridículo.
 
¡Que obsesión la de ver la explotación de la mujer en el idioma castellano! ¿Qué hacemos con Dios? ¿Y el Diablo? ¿Habrá que buscar equivalentes femeninos para no ser machistas? La imagen de la paloma (femenino) nos podría ayudar con el Espíritu Santo. Más difícil es lo de las 6.000 Vírgenes que hay en España. No sé si la mitad de ellas tendrían que transformarse en imágenes de San José.
 
Dice el Manual que, si Ana Rubio se casa con José González, lo correcto sería decir “la señora Rubio y el señor González”. Así que nada de “Ana Rubio, la mujer de José González”. Bueno, lo que parece una solución equitativa no consigue evitar el machismo, puesto que Rubio será normalmente el apellido del padre de Ana. Aun así, es cuestión que a nadie preocupa, excepto a los académicos de Argamasilla, digo a los de Alcázar de San Juan.
 
El Manual dichoso considera que “abogada” o “doctora” en la práctica suenan mal. No lo creo. ¿No es la Virgen María “abogada nuestra”? ¿No es Santa Teresa “doctora de la Iglesia”? Tampoco entiendo por qué “peluquero” suena mal, según dicen los autores de la cartilla manchega. A lo mejor por eso ahora los peluqueros se hacen llamar estilistas.
 
En resumen, ocúpense los ediles (y edilas) de Alcázar de San Juan en menesteres más productivos que los de reformar la lengua milenaria. Esa reforma es obra lenta del pueblo y en todo caso de los escritores. Lo municipal es siempre espeso cuando se sale de sus límites.
 
 
 

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