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Amando de Miguel

Más sobre el inglés

David González Clavería (Zaragoza) asegura que le “resulta chocante que crea usted que el inglés, por ser lengua sintética, necesita de muletillas orales para alargar el discurso”. Pues me reafirmo en mi idea. Cierto es que el inglés (a semejanza del latín) es un idioma sintético, preciso, cortante. Por eso mismo necesita el titubeo ─e incluso una miaja de tartamudeo─ en la expresión oral. A lo cual se añade la profusión de muletillas, frases tontas sin otro fin que alargar el discurso. Recuerdo: so to speak (= por decirlo de alguna manera), in any case (= en cualquier caso), as far as I know it (= por lo que sé), as a matter of fact (= realmente), in fact (= de hecho). Lo malo es que esa tacha se introduce en el español, con esas mismas frases traducidas, pero en un idioma que, por barroco, no necesita de alargaderas. La influencia más disparatada es la de repetir en español el pronombre “yo” cuando las más de las veces no se necesita. Eso se ve en el doblaje de las películas. El personaje titubea reiteradamente con el “I” (= yo), lo que en español resulta grotesco. Reconozco que en mis escritos, y sobre todo en mis comentarios orales, hay un exceso de “yoes” por influencia maligna del inglés. Pero tengo dolor de corazón y propósito de la enmienda.
 
A propósito de lo anterior, Rafael Cobo Elguero critica la muletilla “la verdad es que” (the truth is) con que muchos personajes públicos empiezan las contestaciones de las entrevistas. Comenta don Rafael: “da la sensación de que el que responde está habituado a contestar casi siempre con mentiras”. Añado otra muletilla de parecido jaez: “Mire usted”. Si es catalán dirá: “Escúcheme”. En inglés es look (= mire).
 
J.M. Monzón Serrano (Rivas-Vaciamadrid, Madrid) critica mi aserto de que fan nada tiene que ver con fanático. Aduce la autoridad del DRAE: “fan (del inglés fan, acortamiento de fanatic), admirador o seguidor de alguien”. Claro que los académicos serán inmortales pero no infalibles. Lo del “acortamiento de fanatic” no tiene mucho fundamento. El Webster sostiene que fan deriva del latín vannus, lo que en mi pueblo llaman zaranda o ceranda. La acción de “zarandear” es precisamente la que caracteriza al fan en inglés y luego en español: la de agitarse de modo incesante. Es más el comportamiento de un poseso que de un fanático. En latín fanaticus procede de fanum (= templo) y ha pasado a ser el equivalente de una persona de creencias muy arraigadas, estrictas, que defiende con tenacidad. No es lo mismo ser fanático de una idea o doctrina que fan de una persona famosilla. En el Dictionary of word and phrase origins, de William Morris, se rechaza la teoría de que fan sea un acortamiento de fanático. En su lugar, sostiene que fan proviene de fancy, originariamente el seguidor entusiasta de los boxeadores. De ahí pasó al individuo que sigue alguna moda o gusto con una actitud caprichosa, entusiasta o exquisita, o bien la cualidad de capricho, entusiasmo o exquisitez. Morris sostiene que el fan está más cercano del entusiasmo que del fanatismo. Estoy con él y no con los inmortales de la Academia.
 
Son muchos los libertarios digitales convencidos de que el verbo inglés fuck (= follar) es el acrónimo de Fornication Under Consent of de King (= fornicación con el consentimiento del Rey), una especie de permiso del Rey para poder ejercer el derecho a la coyunda. Emilio Ruiz Sánchez (Madrid) añade otra fantasía, la de que Scotland Yard archivaba los casos de fornicación ilegal bajo el título de For Unlawful Carnal Knowledge (comercio carnal ilegal). En el supuesto de violación el título del archivo era Forced Unlawful Carnal Knowledge (comercio carnal ilegal y forzado). Me maravilla el éxito de esas historias, pero ya dijo Vifredo Pareto que el éxito popular de una teoría se asegura cuando es falsa.
 
Enrique Brito documenta que la interpretación de fuck como un acrónimo para Fornication Under Consent of the King (entre otras variantes) es una pura leyenda. No hay constancia de que existiera tal institución. Es algo tan legendario como el famoso ius primae noctis, el derecho del señor feudal a acostarse con la novia del súbdito la noche de boda. En efecto, es una historia muy interesante, pero históricamente infundada. El mismo tipo de falsedad se puede asimilar al cinturón de castidad o a los artilugios para los refinados tormentos de la Inquisición.
 
Amador (Estados Unidos) me envía un jugoso imeil con otra teoría sobre el verbofuck(= follar). Parece ser que está emparentado con el noruegofrikken(= golpear). Se añade el dato, pero me quedo con el parentesco latino, que procede de la voz natural asociada al jadeo del fuelle. En cambio, lo degolpearde los vikingos se me hace cuesta arriba como una alusión al jadeo amoroso. Pero, en fin, los vikingos debían de ser muy hombres. No deja de ser curiosa la coincidencia de la inicial “f” en todas las versiones.

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