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Amando de Miguel

Nacionalismo y otras tropelías

Claro que don Xavier no tiene que sentirse orgulloso porque yo lo considere mameluco en el sentido militar del término. Me refiero al sentido que tiene esa palabra en el habla coloquial española y que la asimila a "necio".

Xavier Botet se siente agradecido por el calificativo que yo le dedicaba: mameluco. Dice así: "Me habían llamado polaco algunas veces, pero nunca mameluco. Yo no tengo nada de soldado ni de turco. Si lo que pretendía [usted] es otorgarme un papel en el famoso cuadro de Goya 2 de Mayo en el que un mameluco es apuñalado por un independentista español, se lo agradezco, ya que eso es precisamente lo que ha hecho usted sesgando mi comentario. Está visto que con ustedes, los nacionalistas radicales españoles, es imposible ningún tipo de diálogo, ya que solo saben dialogar con los que piensan como ustedes; a los que discrepan, los desprecian y los insultan [...] Nosotros en nuestra casa y ustedes en la suya. ¡Y cuanto más lejos, mejor!".

El párrafo habla por sí solo, pero merece algunas precisiones léxicas. Los mamelucos no son exactamente turcos. Quizá los ha confundido mi corresponsal con los jenizaros, que eran la guardia pretoriana de los sultanes turcos. Los mamelucos (= esclavos en árabe) eran esclavos escogidos por los soldados de Egipto para formar su fidelísima guardia personal. El cuerpo de mamelucos llegó al poder de Egipto en el siglo XIII. Esa dinastía de los sultanes mamelucos de Egipto fue aniquilada por los sultanes turcos. Al llegar Napoleón a Egipto, organiza en 1804 un cuerpo de mercenarios, muy fieles y fieros, como una especie de tropas de choque, en memoria de los históricos mamelucos. Son, efectivamente, los mamelucos que aparecen reprimiendo la manifestación del 2 de Mayo de 1808 en Madrid según el célebre cuadro de Goya. Al día siguiente los manifestantes son fusilados en la Moncloa, según otro célebre cuadro de Goya.

Claro que don Xavier no tiene que sentirse orgulloso porque yo lo considere mameluco en el sentido militar del término. Me refiero al sentido que tiene esa palabra en el habla coloquial española y que la asimila a "necio". Necio es quien dice necedades. Por ejemplo, considerar que yo pueda ser un "nacionalista radical español". Aborrezco todos los nacionalismos y más los radicales, en el sentido de los que favorecen la violencia.

J. M. Miquelarena se irrita porque dude yo de lo apropiado del nombre de Cantabria frente a otros (Santander, La Montaña). Don J. M. me da este simpático consejo:

Deje de insultar la inteligencia ajena, de manipular y de manchar el nombre de Kantabria con una época en la que dicha Kantabria fué desposeida y mancillada durante una dictadura en la cual gente de sus ideas menospreciaron el hecho Cántabro, y que aún hoy en día siguen haciéndolo en connivencia con gente como Ud.

Sigo creyendo que la denominación de Cantabria es poco precisa y nada tiene que ver con la superación del régimen franquista. Tan confuso es ese nombre que el Tesoro de Covarrubias (contemporáneo del Quijote) dice de Cantabria: "Vulgarmente se dice Vizcaya, y por otro nombre Lipúzcoa o Guipúzcoa. De los vizcaínos se cuenta ser gente feroz y que no viven contentos si no es teniendo guerra; y sería en aquel tiempo [de los romanos] cuando vivían sin policía [= orden] ni doctrina. Agora esto se ha reducido a valentía hidalga y noble, y los vizcaínos son grandes soldados por tierra y por mar, y en letras y en materia de gobierno y cuenta y razón [= sentido común], aventajados a todos los demás de España. Son muy fieles, sufridos y perseverantes en el trabajo. Gente limpísima, que no han admitido en su provincia hombres extranjeros ni mal nacidos."

Para mayor confusión, el padre Mariana sostiene que el nombre de Cantabria procede de una ciudad, Cantábriga, que estaba cerca de Logroño.

Lo que me parece de pesadilla es que ahora venga don J.M. Miquelarena hablando de Kantabria. A lo cual solo se me ocurre repetir lo de ¡qué país, Miquelarena!

María Palacios (Barcelona) pertenece a una asociación en defensa de la lengua española. Se queda de la falta de ayuda pública a ese tipo de asociaciones. Concluye: "Es duro decirlo, pero es la cruda realidad: hoy en día las diferentes administraciones públicas de España te tratan mejor si atacas a España que si la defiendes". Certifico esa opinión con la experiencia de mi vinculación a la DENAES, esa asociación con nombre que recuerda al de una musa griega.

Carlos Martínez (Logroño) da en el clavo al percibir que los nacionalistas "más que amar a sus patrias, sus naciones sin Estado, sus idolatradas tierras, lo que de verdad sienten es un odio irrefrenable hacia España". Aunque, si bien se mira, ese odio es otra forma de ser español.

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