A pesar de la crisis económica que se avecina, o quizá por eso mismo, estas Navidades van a ser de generoso derroche. Psicológicamente tenderemos a gastar las últimas pesetas antes que ir a cambiarlas. Es el mismo fenómeno que ocurre en el aeropuerto cuando volvemos de un país extranjero. Las monedas que nos quedan han perdido su valor psicológico, así que las gastamos en chucherías. De eso viven las tiendas de los aeropuertos. Ahora vamos a volver todos al país del euro y las pesetas se devalúan en nuestra mente. Algunos las guardarán como recuerdo; eso sí que es derroche.
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