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Amando de Miguel

Neologismos, barbarismos y barbaridades

El atractivo de ese libro es que demuestra la existencia de los grupos de presión en un sistema autoritario. Paradójicamente, esa excrescencia prepara la sociedad para una apertura hacia un sistema democrático.

José Luis Ramo se encuentra con que muchos periodistas y tertulianos recurren al verbo abducir como sinónimo de "atraer". Le preocupa esa moda, sobre todo porque el DRAE no admite el tal palabro. Se trata de un neologismo proveniente del inglés, fundado en un vocablo latino, abducere (= desviar). Se emplea en la jerga médica para indicar el hecho de que una parte del cuerpo se aleja de la simetría natural. En este sentido no interesa tanto como el auténtico neologismo que significa el hecho de "secuestrar a alguien por extraterrestres". Naturalmente, se trata de una fantasía, de una broma, pues no hay evidencia de los habitantes de otros mundos, ni siquiera como bacterias.

De ahí se ha pasado al sentido más corriente de "secuestrar", sobre todo con el matiz de "secuestrar la mente, los sentimientos". La cosa empezó con el "lavado de cerebro" en la guerra de Corea y termina con el "síndrome de Estocolmo" del terrorismo. No me parece mal ese último sentido, tan propio de nuestro tiempo proclive a las manipulaciones. Por ejemplo, es evidente que Zapatero ha sido abducido por los nacionalistas, incluyendo a los terroristas de la ETA; hacen de él lo que quieren. No es una cuestión personal, Con independencia de los resultados políticos, lo que priva en el mundo actual es la ideología nacionalista, cuyo extremo es el terrorismo.

Daniel Gutiérrez Martínez siguiere que el pen drive (USB) de los ordenadores lo traduzcamos por pincho. Respecto a lobby, don Daniel es partidario de traducirlo por contubernio. No me parecen mal esas adaptaciones, pero caben más opciones. Lo de "contubernio" resulta afrentoso, y, en cambio, lobby tiene más bien un sentido descriptivo. Los grupos de presión o de interés son una manifestación natural de la democracia. Precisamente el lobby se deriva de la regulación y control legal de los grupos de presión. Por si alguien estuviera interesado en el asunto, le recomiendo mi primer libro Los empresarios y el poder público (Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1964) en colaboración con Juan J. Linz. Realmente Linz escribió casi todo el libro. Yo realicé el trabajo de recoger la información de la encuesta. El atractivo de ese libro es que demuestra la existencia de los grupos de presión en un sistema autoritario. Paradójicamente, esa excrescencia prepara la sociedad para una apertura hacia un sistema democrático.

Vic considera que la traducción de pendrive es lápiz de memoria o memoria portátil. A mí me sigue gustando más lo de "mechero", artefacto próximo a desaparecer en su uso prístino de encender cigarros o cigarrillos.

Zahorín defiende la traducción de email como correl (= correo electrónico). Sebastián de la Rica es de la misma opinión. Se apoya en la traducción que han dado los franceses: curriel. Ahí queda. En su día los españoles aceptamos ordenador para seguir a los franceses. Nunca he entendido por qué un neologismo del francés resulta más aceptable que otro que provenga del inglés.

Félix Merino me ofrece una nueva palabra que circula por ahí: webera (=World Wide Web). A los sociólogos les gustará lo de Max Weber, que es como el Juan Bautista de la profesión. Esperemos que cuaje lo de la webera. El equivalente de güevería es más simpático, pero no me parece de recibo.

Álvaro Vivar del Riego me hace algunos neologismos provenientes de la panoplia informática:

  • Asteriscar (= poner asteriscos)
  • Cliquear (= pulsar el ratón)
  • Memoria alocada (= asignada o reservada)
  • Dispachar (= asignar a un técnico a una incidencia)
  • Anexar (= adjuntar)
  • Colgar, freír, quedarse pensando, quedarse tonto (= bloquear las operaciones)

Vamos a ver, dentro de unos años, cuántas de esas nuevas voces se conservan. Aparecerán más. El principio es: a nuevas realidades, nuevas palabras.

José Olivares Martí me informa que la expresión hoja de ruta proviene de las fábricas donde se hacen piezas únicas a medida (no de serie). En esa hoja se especifican las operaciones que tiene que realizar cada trabajador. Es lógico que ese mismo término de hoja de ruta se haya aplicado después a la solución de problemas políticos de índole internacional. "Lo mismo podríamos establecer para la conquista amorosa de una vecina. Casi todo es cuestión de planteamiento y de método". Añado que en los juegos infantiles el equivalente de la "hoja de ruta" era el "mapa del tesoro". Cuidado, que a veces aparece el tesoro.

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