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Amando de Miguel

Nombres divertidos

Heliófilo comenta con extrañeza que un español de su tiempo no podía llamarse Ibero, pero sí Sinclético, Zótico, Estatrónico, Proyecto, Guaripo, Barsanofio, Pantagato, Curcúdomo, Teotompo, Consorcio; entre otros del santoral.

El ínclito y ubérrimo José María Navia-Osorio me envía algunos nombres raros de personas que él conoce: Alcida, Heradio, Rolindes (mujer), Jesús de los Reyes (nació un 6 de enero). Tuvo don José María un paciente zamorano llamado Sindimio Andrés Miguel; Andrés y Miguel como apellidos.

Luis Gómez Bueno comenta el nombre de Uriel que trajo a este rinconcillo Pedro Manuel Arauz. Don Luis atestigua que el nombre de Uriel lo lleva la hija de un buen amigo suyo. Lo curioso es que en el Registro Civil se empeñaron en rechazar ese nombre para una niña. El padre de la criatura redarguyó que todavía no se había resuelto el problema del sexo de los ángeles. En efecto, Uriel es el nombre de un arcángel, no mencionado en la Biblia, pero sí en los Evangelios apócrifos. En hebreo quiere decir "mi luz de Dios". En una novela que estoy escribiendo lo asocio a un varón que es un ángel.

Margarita Alonso Pérez comenta que en su pueblo de la Ribera de Navarra, Cabanillas, tienen palabras peculiares, como cingala (= columpio). En su familia ha habido nombres peculiares como Tiburcio, Petra o Mamerto.

Concha Pinel conoce a una señora de un pueblo de Segovia que se llama Circuncisión. Cariñosamente y en familia la llaman Circun.

Juan Ponce da cuenta de algunos conocidos con sus nombres perfectamente reconocibles: Orencio, Crescencia, Teosifón, Hemelindo (zamorano, maestro nacional), Ester (varón).

Pero nada como la imaginación de nuestros hermanos de América a la hora de bautizar a sus hijos. Jesús Domingo Aleixandre (Valencia) anota en su cuaderno de campo las costumbres onomásticas de Ecuador. Allí ha conocido a las siguientes personas: Stalin, Ceacescu, Harrison (de apellido Vizcaíno), Roonie, Farith. Hablando de nombres, don Jesús comenta la protesta que ha hecho el juez Baltasar Garzón porque un grupo musical ha decidido utilizar su nombre. Ante la amenaza de querella, el citado grupo musical se hace llamar Grande-Marlaska. El juez Fernando Grande-Marlaska ha dicho que el asunto "le hace mucha gracia". El comentario de don Jesús es sobre la fatuidad de Garzón y la grandeza de Grande-Marlaska.

Alberto Osses González (Guayaquil, Ecuador) corrobora el capricho onomástico de los ecuatorianos. Recuerda el nombre de un antiguo empleado suyo, Supermán Estupiñán. Las hijas de un amigo suyo se llaman Nostalgia Infinita, Olvido Romántico y Penicilina Salvadora. Un vecino del pueblo de su madre es conocido cariñosamente como don Anito.

Manuel Guadaño me cuenta una historia de la mili en la que se encontró con un recluta llamado Felicísimo Lindo Condón, orgulloso de su nombre. Tal personaje hubiera merecido una glosa por parte de Camilo José Cela.

Juan Carlos Teje (presumo) narra la escena de una pareja gitana en la playa con sus dos niños. Uno se llamaba Doraimon y la niña Sunami. Al parecer, los nombres proceden de una serie de dibujos animados.

Antonio J. Morata (Almería) aporta una lista interesantísima de nombres de algunos parientes y amigos. Transcribo algunos, más que nada para dar pistas a las personas que vayan a ser padres o madres:

  • Mamerto
  • Evelina, Emelina
  • Amara
  • Lino
  • Saturio
  • Galo
  • Erlinda
  • Onelia

Finalmente, algunas mujeres llevan nombres masculinos, como Saliente, Cuadro o Camino, porque el nombre completo es "María del Camino", etc.

José Fernández-Quevedo Egocheaga se siente orgulloso de llamarse con un nombre raro: José sin más. Aporta don José el caso de dos amigos norteamericanos, Boby Corcoran y Carmen Sohiavo. La particularidad es que Boby es la mujer y Carmen el hombre. Me pregunta don José si sé de algún nombre que valga para los dos sexos. Él sugiere Práxedes. Creo que Margarita también podría servir.

Perdigoncb me cuenta la historia que explica su nick o alias para el correo electrónico. Son cuatro amigos que forman la peña de "los perdigones". Se trata de un homenaje a la perdiz roja, tan manchega. Los cuatro amigos recurren a un nick que es "perdigon" más dos letras que aluden al respectivo nombre y apellido. "Y nos vamos defendiendo". Me tranquilizo.

Ramón Morais me plantea un problemilla familiar y no sabe a qué carta quedarse. Va a tener un hijo y no sabe qué nombre ponerle. Su mujer, vasca, se inclina por los que ahora se estilan: Egoitz, Arkaitz, Oiane. Por su parte, don Ramón recuerda algunos nombres de su familia de origen: Melanio, Petrina, Crisógono, Cristeta, Lucila, Ecequiela, Marciana, Brígida, etc. Por cierto, su nombre, Ramón, sonaba mal en la familia, porque había un tal Ramón, cohetero, que era el tonto del pueblo.

A propósito de los caprichos onomásticos, Manuel González recuerda un artículo deHeliófilo(pseudónimo de Félix Lorenzo Díez) de 1930 en el que se cuenta las vicisitudes de un padre que quiso inscribir a un hijo en el Registro Civil comoIbero. El juez lo rechazó por "extravagante". Heliófilo comenta con extrañeza que un español de su tiempo no podía llamarse Ibero, pero sí Sinclético, Zótico, Estatrónico, Proyecto, Guaripo, Barsanofio, Pantagato, Curcúdomo, Teotompo, Consorcio; entre otros del santoral. Es más, un niño podría ser bautizado como Dictador Perpetuo, que también viene en el santoral. Don Manuel añade que recientemente un padre inscribió a su hija como Inmaculada Autonomía. Siguiendo la broma onomástica, don Manuel propone que un recién nacido pueda llamarseEstatuto, que suena a rey godo.

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