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Amando de Miguel

Palabras cargadas de política

Leo muchos comentarios estos días sobre el ridículo que han tenido que soportar los Reyes de España porque en Puerto Rico han sido considerados con el tratamiento escrito de "magestad". Para mayor inri, dicen, la ocasión era un Congreso sobre la lengua española.

Ténganse, señores plumíferos. No es para tanto. En el castellano clásico se utilizaba indistintamente la forma "magestad" o la de "majestad". La ortografía entonces admitía más variantes y alternancias que ahora. La razón es que no había tantas páginas impresas. Es más, la forma "magestad" procede de magnus (= grande), por lo que la <g> parece una letra más apropiada que la <j> para el caso.

Lo curioso del suceso es que la pifia ortográfica se ha producido en Puerto Rico, donde tuvo sus reales Juan Ramón Jiménez. Como es sabido, el eximio poeta y premio Nobel se empeñó en que la <g> se hiciera <j> en todas las palabras que llevaran ese sonido. Ahí está su maravillosa Antolojía poética.

Ya se sabe, los escritores son una grey caprichosa. Hubo un famoso catedrático de Salamanca, contemporáneo de Cervantes, Gonzalo Correas, que decidió apellidarse Korreas. Se empeñó en cambiar la <c> por la <k> en todas las palabras con ese sonido. Así pues, la manía de los "okupas" y demás gentuza de sustituir la <c> por la <k> no es, ni mucho menos, una novedad rompedora. Tampoco lo es el nacionalismo vasco, empeñado en lo mismo. Se lo hizo ver Miguel de Unamuno hace más de un siglo, pero sus paisanos no le hicieron caso. Téngase en cuenta que el vascuence empezó a escribirse a partir de la recepción del latín, y en esa lengua la letra <k> no existe propiamente. O sea, el invento de "Euskadi" podría haber sido "Euscadi", más acorde con la tradición.

Bien está acordar unas reglas ortográficas, pero con la inteligencia de que evolucionan, lo mismo que el idioma y todo lo demás. Por eso se plantean discusiones entre los escritores. Modestamente, hace ya algunos lustros decidí por mi cuenta que los pronombres demostrativos (este, ese, aquel) no llevaban tilde. Ahora es ya la norma reconocida, si bien todavía hay escritores hipercorrectos que se mantienen en sus trece con la norma antigua.

Para corregir ortográficamente un escrito cualquiera vale, cualquiera menos el llamado corrector automático de los ordenadores. Es demasiado conservador para mi gusto. Me irritan las gruesas faltas de ortografía, claro está, aunque solo sea por un resabio de profesor. Pero me sobresalta igualmente esa moda de ciertos marbetes de tienda y marcas comerciales que llaman la atención con letras al revés. Mantienen muy poco respeto a la gran invención del alfabeto, comparable a la de la rueda. Por cierto, en muchos alfabetos la primera letra suele responder al sonido <a> y la segunda al <b>. Por eso lo llamamos "alfabeto", las dos primeras letras griegas.

Nuestro alfabeto, aunque con distinta grafía, nació más o menos en los territorios donde se libra hoy la guerra de Siria. De allí provenía la princesa Europa, raptada por Zeus. Es decir, en esas tierras asiáticas se originó simbólicamente la cultura occidental.

Jesús Laínz ha señalado con brío la estupidez de transformar la voz "homenaje" en "mujeraje", por aquello de la transexualidad. Podrían haber elegido otra palabra para hacer experimentos. La raíz "home" de "homenaje" no quiere decir "hombre" sino “vasallo”, el que honraba a su señor en las costumbres medievales. Ahora los homenajes expresan una idea parecida, solo que de manera simbólica.

En España

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