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Amando de Miguel

Palabras chuscas, insultos vanos

En los últimos días, vista la situación tan confusa en la política, he oído a dos famosos comentaristas que decían: "La situación es peripatética". Supongo que querían decir que era patética.

Son innúmeras las muletillas que se imponen por doquier. Joaquín Fanjul se irrita con el "como yo digo" o "como decía mi abuela". Después de esa introducción de autoridad se emite un lugar común. La verdad es que resulta insoportable, sobre todo si el lugar es muy común o la fórmula se repite. Por ejemplo, "es lo que yo digo, las cosas son como son".

Jesús Laínz, siempre a la pesca de perlas cultivadas, me envía la expresión mágica de un nuevo fármaco: "Toxicidad positiva". Y eso que "fármaco" quiere decir "veneno". Añado otra observación. En los últimos días, vista la situación tan confusa en la política, he oído a dos famosos comentaristas que decían: "La situación es peripatética". Supongo que querían decir que era patética. Lo peripatético se refiere a aquellos filósofos que dialogaban paseando. Se puede aplicar a las putas que hacen la calle o a cualquier otra acción extravagante. Pero la situación política actual es realmente patética, esto es, da mucha pena.

Ignacio Frías se refiere a la expresión "¿qué tiene que ver el culo con las témporas?". Avanza una explicación. En otros tiempos, aparte de la obligación del ayuno en las témporas (el comienzo de las estaciones de cada año) estaba el deber de azotarse el culo. Hasta que uno de los frailes más comodones soltó un día la expresión dicha. La historia me parece divertida pero poco verosímil. Simplemente, se comparan dos palabras cualesquiera, como el tocino o la velocidad, para indicar que una nada tiene que ver con la otra. Ya se sabe que a los españoles eso de comparar no les gusta nada.

Continúa el ritual de los insultos. El atrabiliario Pedro Campos me dice que no tengo vergüenza por aprovechar este rincón para hacer propaganda de mis libros o los de mis amigos. Además, se queja de que firme libros en las casetas de El Corte Inglés o de VIPS. Añade: "Yo creía que se trataba de firmar libros y no latas de sardinas". Me extraña el comentario, pues esas dos empresas venden muchos más libros que latas de sardinas. Son, por tanto, un exponente de la cultura. Me siento muy honrado de firmar libros en esas casetas, y también en la de la distribuidora UDL. Por otra parte, es una convención legítima que los autores hablen de sus libros en los distintos medios. Solo sufren los envidiosos con esa costumbre.

Claro que para insultos soeces, los de Carlos Pendás, de Oviedo. Me acusa de "degeneración senil" y de que me he convertido en "súbdito de la más repugnante extrema derecha de Esperanza Aguirre". Remacha que me he convertido en "un reaccionario becerril, al estilo del tarado talibán –y lo digo en sentido literal– Losantos". Distingamos. El sentido literal de "talibán" es seminaristas, pues es un plural. Acepto lo de la degeneración senil, aunque es de muy mal gusto insultar con rasgos que no se pueden cambiar, como es la edad o la enfermedad. Aun así, a mis años, escribo una docena de artículos a la semana. Supongo que don Carlos será mucho más productivo. Lo de caracterizar a Esperanza Aguirre como "la más repugnante extrema derecha" no tiene un pase. Federico y Esperanza son auténticos liberales, aunque ese título quizá sea un vituperio para don Carlos. Recuerdo el título de un libro de un mosén catalán: El liberalismo es pecado. Eran otros tiempos.

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