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Amando de Miguel

Paz y seguridad

He ahí las dos palabras más repetidas hoy en los discursos políticos. Son dos valores incuestionables, universalmente aceptados. ¿Quién va a preferir la guerra y la inseguridad? Lo que se trata es ver cuáles son los costes, tanto de la paz como de la seguridad. Se dijo aquello de “la paz con vilipendio”, en la época en que se hacían frases rotundas. Dice el historiador Tácito que “llaman falsamente paz a una miserable claudicación” (míseram servitutem). Dicho de otro modo, la paz deseable es el resultado normal cuando la convivencia se logra sin amenazas o imposiciones. Malo cuando hay que defender la paz a gritos, con gestos, con manifestaciones, incluso con violencia. En esos casos suele ocurrir que la vida no es segura, en cuyo caso la paz es tan irreal como la de los comentarios, por recurrir a otra frase hecha. “Solo en la paz de los sepulcros creo”, dice un personaje de Espronceda. O también, “la paz reina en Varsovia”, que dijo el general ruso que arrasó Polonia en 1831.

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