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Amando de Miguel

Pequeñas historias

Se lamenta don Pedro Manuel de que la infausta epidemia de gripe de 1918 haya pasado a la Historia como "gripe española". En efecto, la representación humorística de la época sobre la gripe era un esqueleto con traje de faralaes tocando la guitarra.

F. Javier Arias Manzano lee con atención la historia que cuenta Carlos Cadavid Arango, de Colombia, sobre la mujer de un hombre al que apodaban Garabato. Discutieron una vez fuertemente y el hombre tiró al río a su mujer. Mientras era arrastrada por la corriente, la mujer, porfiada, alzaba el brazo para hacer el gesto de un garabato. Don F. Javier recuerda que en su pueblo de origen en Cáceres, se cuenta una historia parecida. El marido era apodado Matacocos y la mujer, arrastrada por la corriente, entrechocaba los puños para insultar por última vez a su marido. Don F. Javier se pregunta si los conquistadores españoles no habrían llevado la historia desde su pueblo cacereño a Colombia. Bien puede ser, aunque la realidad es que ese tipo de historias para contarlas en las reuniones familiares se difunden por todas partes. En mi pueblo de origen se narraba un suceso parecido. Dos mujeres riñen y una de ellas, la llamada Piojosa, tira al río a la otra. A punto de ahogare la mujer alza los brazos y utiliza las manos para hacer el gesto de matar los piojos con los pulgares. Se despedía de este mundo, pero insultando a la Piojosa. Estoy seguro de que hay todavía más versiones del cuento. Eso es también una lengua extendida por un amplio espacio, no solo palabras comunes sino cuentos parecidos.

Ya de paso, comenta don F. Javier que cerca de su lugar de origen hay un pueblo llamado Valparaíso. Se pregunta si la ciudad chilena de Valparaíso, con ese bonito nombre, no sería también una exportación de los conquistadores españoles. Seguro que sí. Hay otro Valparaíso en Colombia. En nuevo México he visto un pequeño pueblito llamado Madrid. Cerca está una ciudad universitaria llamada Albuquerque (sin erre), claramente bautizada así por alguien que viniera de Alburquerque (con erre) (Badajoz). La comunidad lingüística o histórica no es solo intercambio de palabras o de cuentas, sino de topónimos.

Está de moda "la nostalgia del 68", al recuerdo añorante de los años 60. Jesús Lainz pone los puntos sobre las íes con una opinión muy particular que vale la pena leer. Transcribo parte de una entrevista que han hecho al aguerrido montañés:

¿Qué significa 1968 para usted?

Un desastre social, moral, político e intelectual, cuyos efectos seguimos viviendo hoy en día, porque sus principios lograron filtrarse en varias instituciones de Estados Unidos y en otras partes de Occidente.

¿Por qué esos comentarios tan negativos?

Bueno, creo que los años 60, con su epicentro en el 68, fueron una especie de falso sueño de emancipación, que en realidad era una nueva forma de servidumbre intelectual, social y moral. Fue una época de profunda irresponsabilidad, durante la cual los adultos experimentaron una especie de proceso de inmadurez, convirtiéndose en adolescentes. Los gurús de esta época hablaban el lenguaje del idealismo pero en realidad eran unos narcisistas inmaduros. Vivían en una adolescencia perpetua. Los partidarios de esta época señalan que el hedonismo y el placer eran algo necesario e inevitable porque estaban acabando con una sociedad muy restrictiva socialmente. Bueno, creo que parte del mito de los años 60 viene de la noción según la cual la década anterior, la de los 50, era vista como una época de conformidad, gris, restrictiva, opresiva. Pero si uno mira los años 50, esta visión no es nada cierta. En Estados Unidos los años de la posguerra fueron años de increíble dinamismo económico, cultural, social. Si uno compara el logro cultural de Estados Unidos en los años 50 en poesía, baile, música y teatro con lo que pasó en los 60 y 70, no hay comparación.

Estoy de acuerdo en que la creatividad en el diseño durante los años 50 fue algo extraordinario. No se ha construido nunca un avión más elegante que el Superconstellation. En España no ha habido un tren más bonito que el Talgo, ni coche más atractivo que el Pegaso.

José Mª Navia-Osorio da su opinión de sentido común respecto al caso de Telma Ortiz, famosa por proximidad:

Ayer se conoció la sentencia sobre el caso "Telma Ortiz". Me parece ejemplar: se desestima y se le obliga a pagar las costas. Esta señorita de beneficio conocido y oficio ignorado pretendía que "se respetara su intimidad". Tiene todo el derecho a pedir ese respeto pero, le guste o no, y en realidad creo que le gusta, es un personaje público por su condición de hermana de la Princesa de Asturias. Hasta la boda de su hermana nadie la conocía, a muchos de sus parientes no los conoce nadie. Algunos miembros de la familia Ortiz se han beneficiado de su notoriedad, por ejemplo su tía Henar. Doña Henar tenía antes del matrimonio de Letizia una tiendecita de artesanía en Cangas de Onís, ahora tiene una tienda en Oviedo, en una zona cara, dedicada a la venta de muebles, bolsos y regalos y se define como diseñadora. Nunca entré en la tienda, el escaparate me disuade y supongo que el interior será parecido. En una revista italiana se le llamaba la "Principessa Henar" y nadie protestó por ese ataque a su intimidad. Nadie se habría enterado del embarazo de Telma si ella o algún allegado a ella no hubiera querido que se conociera. No estaba obligada a acudir al Juzgado "para sufrir el acoso de la prensa" pero lo hizo a pesar de que su presencia era totalmente innecesaria y sabía que habría una multitud de periodistas. Tampoco le obligaba nadie a aparecer más tarde semitapada con una gorra gigante para "pasar desapercibida". Era imposible no llamar la atención con ese modelete.

Maribel Torbeck (Stuttgart, Alemania) precisa que la costumbre de los restaurantes norteamericanos de solicitar la bebida antes de servir la comida se da también en Alemania. La función es clara, de esa forma se bebe más, se bebe agua mineral (que es la bebida más cara en relación al coste de producción). No me vale mucho el argumento para los Estados Unidos, donde sí te sirven agua del grifo, que es gratis (incluso con una generosa ración de hielo). Tiene que haber otra razón para esa costumbre, aparte de la crematística. Puede ser una forma de disimular la inevitable espera entre el momento de llegada al restaurante y el momento de servir el primer plato. Sea como fuere, a los españoles nos pone un poco nerviosos lo de pedir una bebida antes de decidir qué vamos a tomar de comida. Por cierto, para muchos hispanoparlantes del otro lado del charco, tomar es ya "beber", por lo general alguna bebida alcohólica.

Pedro Manuel Araúz Cimarra (Manzanares de la Mancha, Ciudad Real) se queja de que el idioma español haya exportado al inglés palabras belicosas, como quinta columna o guerrilla. Hombre, también hemos exportado voces simpáticas como esa misma de hombre, y también aficionado, padre (el del sentido religioso), cafetería o siesta. Se lamenta también don Pedro Manuel de que la infausta epidemia de gripe de 1918 haya pasado a la Historia como "gripe española". En efecto, la representación humorística de la época sobre la gripe era un esqueleto con traje de faralaes tocando la guitarra. Realmente, fue una epidemia mundial (la primera en la Historia y la más mortífera) que se detectó en el traslado de tropas norteamericanas a Europa, en barcos cargueros atestados de soldados, de caballos y de mulos. Pero Europa estaba en guerra y esas noticias sobre la epidemia no se podían difundir por mor de la seguridad. En cambio, en España –país neutral– no había censura para la epidemia. En esto que el Rey Alfonso XIII fue atacado también por la gripe, lo cual fue noticia en todo el mundo. La noticia recibió este titular "El Rey Alfonso, víctima de una misteriosa enfermedad". Así que la enfermedad fue bautizada como "gripe española". Hoy se conjetura si tal mortífera enfermedad no fuera traída de Asia por las bandas de aves migratorias. Lo curioso de esa epidemia es que se cebó sobre todo en personas jóvenes de las zonas agrarias. Cuenta don Pedro Manuel una historia emocionante sobre un tío suyo, víctima de la epidemia:

Mi tío Jaime (con 19 años) murió en Brazatortas, donde había bajado trashumando con las ovejas desde el Señorío de Molina. Hace unos años me acerque al pueblo, entrada al Valle de Alcudia (visita que recomiendo) y pude encontrar los restos de la cruz en la sepultura. Y aquí viene lo escalofriante, se acerca la santera, y me pregunta que hacía, se lo dije y me contesta: "Ya sabía yo que al serrano vendrían algún día a rezarle."

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