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Amando de Miguel

Polémicas y controversias

Sigue, cada vez más terne, la polémica sobre el origen del vascuence. Jesús García Castrillo insiste en que el vascuence vino de Armenia en la baja Edad Media. Precisa que como consecuencia sobre todo de la epidemia de 1350.

Sigue, cada vez más terne, la polémica sobre el origen del vascuence. Jesús García Castrillo insiste en que el vascuence vino de Armenia en la Edad Media, a lo que parece, en la baja Edad Media. Precisa que como consecuencia sobre todo de la epidemia de 1350. No insisto en que esa teoría me parece inverosímil, pero habrá que escuchar a los especialistas. Don Jesús aporta la autoridad del profesor Koldo Zuazo, quien también sostiene que el eusquera se forma en la Edad Media. Francamente, mis conocimientos de Historia lingüística son harto limitados. Un psicólogo, Pedro Luis Nieto del Rincón, aduce que en el famoso códice de San Millán, de hace mil años, ya hay palabras vascas. Luego ya existía entonces un monje que sabía latín, castellano y vascuence. Me parece más verosímil la hipótesis tradicional de que el castellano fuera el latín hablado por los vascos, que ya tenían un idioma que no se escribía. La polémica continuará, porque todo lo vasco se presta a controversias sin fin.

Por ejemplo, veamos el razonamiento radical de José Antonio Romera Gutiérrez. A propósito de la discutida y oscura "paz" en el País Vasco, sostiene: "Esos escoltas deberían estar en el País Vasco atacando a los terroristas, y si hay intercambio de disparos, hay intercambio de disparos... ¿Sería peligroso para un periodista plantear el estado de excepción en algún medio para acabar con el terrorismo?". Hombre, hay libertad de expresión (desde 1812, con excepciones) y esa propuesta se puede plantear. Otra cosa es que la medida tenga seguidores. Sobre todo porque en este momento tenemos en las Cortes un partido montado por los terroristas vascos. La cuestión resulta peliaguda. Primero habría que declarar ilegal ese partido y todas sus marcas.

Más pacífica es la polémica sobre el arte contemporáneo. Félix Rodrigo me envía una completa argumentación sobre la defensa del arte abstracto. Resumo mucho sus ideas. El arte no es un teorema que necesite demostración o que precise ser explicado. Basta que la obra de arte permita el goce estético, inmediato, casi irracional. Basta, pues, con contemplar una obra de arte sin buscar mayores explicaciones o interpretaciones. Paso a exponer mi opinión. Todo lo que dice don Félix parece muy razonable, pero no aclara del todo la cuestión. ¿Qué hacemos si solo una parte exquisita de la población se emociona de esa manera ante la obra de arte? Creo que la obra de arte se define de distinta manera según la época. El autor o autores de las pinturas de Altamira seguramente no estaban haciendo arte. Para nosotros esas pinturas sí son artísticas. En las obras de arte contemporáneas unos verán emoción y otros las considerarán un mero capricho o incluso una tomadura de pelo. Pasado un tiempo, se decantarán las obras que queden como verdaderamente artísticas, pero siempre para el modo de ver las cosas de la sociedad en cuestión. El simple paso del tiempo confiere calidad artística a lo que en su origen pretendía otros fines. De ahí que haya muchos artistas que resultan "incomprendidos" por sus contemporáneos, incluso los de la minoría educada. Al contrario, hay también artistas reconocidos en su tiempo que luego son infravalorados por las generaciones siguientes. En síntesis, no hay un canon universal y sempiterno para calificar una obra de arte como excelsa. La fuerza del arte está en su creador pero especialmente en el observador. Ese último es plural y caprichoso. El arte es cultura y, como tal, se sujeta a la evolución de las normas, los valores, los usos. Por eso en el arte hay escuelas, tendencias y estilos. Lo típico de nuestra época es que esas variaciones son rápidas. El arte clásico de Grecia y Roma duró mil años, más o menos, con escasas variaciones. El llamado arte contemporáneo en Occidente admite grandes variaciones de país a país y de década a década. Lo poco o nada que yo sé sobre el arte chino me dice que sus formas artísticas han perdurado miles de años. O a lo mejor es que mis ojos no están educados para gozar del arte chino y sí del occidental. En donde se demuestra otra vez que el arte es cultura y que depende más del observador que del autor.

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