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Amando de Miguel

Política a ambos lados del charco

En síntesis, el Partido Republicano vela por los derechos individuales y el Partido Demócrata por los derechos colectivos o de los grupos. Lo que ocurre es que, a mi modo de ver, en algunos casos no está claro qué tipo de derechos son los que se proponen.

Carlos Iradier razona que "con la situación general del país [España], tanto la económica como la social, creo que en estas elecciones [del 9 de marzo] no le conviene ganar al PP. Será mejor que se enfanguen en [la situación general] los que la han provocado y que se enfrenten a las circunstancias que se avecinan. Estoy seguro de que habrá que convocar nuevas elecciones en el primer año de legislatura y entonces será el momento para que otro partido venga a arreglar las cosas". El razonamiento resulta estimulante. Añado el detalle particular de que mi mujer y yo hemos pasado por el consulado español en Houston para prevenir lo del voto por correo. Esperemos que la burocracia española se compadezca de nosotros.

Tomás Jiménez se encocora con la letra del himno nacional aquí propuesta por Luis Alfonso: "¿Es un familiar o amigo suyo don Luis Alfonso. ¡Por Dios qué bodrio!.. ¿Por qué no dejamos el himno nacional como está, solo con la música?". Don Tomás reconoce que a los de su generación (que es la mía, supongo) les da un poco de vergüenza cantar la letra oficiosa de José Mª Pemán. Es una forma de parecer uno franquista. Respecto a lo de tararear el himno por falta de letra, le parece una falta de respeto; "quien lo hace se le tendría que caer la cara de vergüenza". No entro ni salgo. Solo digo que, cuando suena el himno nacional en una competición deportiva, es una vergüenza que los jugadores sigan haciendo gestos y monerías infantiloides. El himno nacional, con o sin letra, está para ser escuchado en posición de firmes. Eso no es fascismo sino educación.

José Mª Navia-Osorio (Oviedo) considera "ridículo si no fuera lamentable" el caso del baremo para médicos de un hospital de Vizcaya. Recordarán que se puntuaba mucho más saber euskera que todos los otros méritos. Don José Mª aduce un caso en el que él participó. Se trataba de una plaza para un hospital de la Diputación de León. El baremo era algo así como: tesis doctoral, 1 punto; haber estudiado en un colegio de la Diputación de León, 6 puntos. Era evidente que la plaza estaba dada. A pesar de todo, don José Mª decidió presentarse, pero, al comunicar su pretensión al responsable del concurso, éste lo echó de su despacho con cajas destempladas. Y luego se quejan de que los asturianos llamen "cazurros" a los leoneses. Por favor, que no se me encocore nadie.

Pepe Grao comenta el caso del piso del ministro Bermejo que en su día fuera de la ministra Trujillo. Tan intensa ha sido la reforma del pisito, que Federico Jiménez Losantos tuvo que acudir a la calificación de "guarra" para la ministra Trujillo. Era una forma de decir que seguramente había dejado el piso en un estado lamentable. Don Pepe sugiere que el calificativo podría ser mejor el murcianismo "espesa" (= mujer poco limpia) o, de forma más familiar, "espesica". Dice don Pepe que en Cartagena (Murcia) ese "ica" resulta cariñoso y no insultante, como en el caso de "hijo putica".

Sara Saras (no es un seudónimo) me cuenta su experiencia en una high school norteamericana. "La bandera estaba presente incluso dentro del aula, no solo ondeando en su mástil en el jardín, y el profesor, que durante el resto del año impartía clases de francés en ese mismo instituto, nos contó que los niños pequeños aprenden en la escuela la manera apropiada de doblar la bandera. Porque realmente existe una manera canónica de doblarla, con su propia ceremonia, y cada día le tocaba a uno." ¡Qué envidia! Añado una pequeña anécdota personal. Me acaban de regalar una bandera norteamericana. Es una de las que izan y arrían todos los días en el Parlamento de Tejas, en la ciudad de Austin. Es un regalo muy apreciado. Los símbolos importan mucho, aunque la iconoclastia española sea una enfermedad colectiva.

Luis Lebredo (Redlands, California, USA) me envía un documentado análisis sobre las diferencias entre los dos partidos norteamericanos. En síntesis, el Partido Republicano vela por los derechos individuales y el Partido Demócrata por los derechos colectivos o de los grupos. Lo que ocurre es que, a mi modo de ver, en algunos casos no está claro qué tipo de derechos son los que se proponen. Por ejemplo, un nuevo derecho es el de que cualquier ciudadano o residente de los Estados Unidos en el caso de relacionarse con alguna oficina pública, tiene derecho a ser atendido en su idioma propio. No sé si habrá una restricción en el número de idiomas que puede cubrir ese derecho. El otro día, en el aeropuerto de Salt Lake City, vi un anuncio oficial que venía a decir: "Si tiene algún problema con la Administración Pública puede llamar al siguiente teléfono donde le podremos atender en 250 idiomas". Me parece un hermoso derecho en un país con el 10% de su población proveniente de una infinidad de países. Pero es que esa situación empieza a darse también en España. Me pregunto qué partido español propondría ese nuevo derecho. Naturalmente habría que empezar por lo más sencillo: cualquier español tiene derecho a relacionarse con la Administración Pública en español. Un dato curioso, en los Estados Unidos, el color del Partido Demócrata (moderadamente a la izquierda) es el azul; el color del Partido Republicano (nítidamente a la derecha) es el rojo.

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