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Amando de Miguel

Politiqués: nivel eficaz

El politiqués se destaca porque se apunta a ciertas palabras o locuciones de moda, que pueden llegar a perder su sentido auténtico.

Ahora se dice mucho lo de "inglés: nivel eficaz". Es lo que se requiere en muchos currículos para conseguir un trabajo o una beca. Quiere decir que el sujeto se apaña con el inglés sin entrar en mayores consideraciones académicas. Algo así ocurre con el politiqués, la jerga de los hombres públicos, los que aparecen con facilidad delante de las cámaras o los micrófonos. No se trata de que cometan errores gramaticales. Simplemente, el politiqués se destaca porque se apunta a ciertas palabras o locuciones de moda, que pueden llegar a perder su sentido auténtico. La razón de esa fijación es que cumplen su función de impresionar a las audiencias, al público. La petulancia puede más que la ignorancia.

Repasemos algunos cultismos de moda para los politiqueses. El premio se lo lleva ahora deriva. La imagen náutica se refiere al desvío del rumbo prefijado o deseado. Pero la "deriva" a la que aluden tantas veces los hombres públicos no nos suele decir cuál era el rumbo previsto. Es un término asaz subjetivo, al que se recurre precisamente para que el auditorio no sepa bien a qué carta quedarse. La deriva acaba siendo cualquier movimiento del contrario que no le guste al orador. No se comprende muy bien por qué los movimientos del contrario tienen que ser tan erróneos. Pero es igual; la palabra impresiona.

Otro cultismo con mucho éxito es relato. Francamente no he entendido a qué se refiere. Es una analogía literaria, pero no quiere decir nada referido a un texto, a una ficción. El famoso "relato" de un político puede ser su trayectoria ideológica, su modo de pensar, sus argumentos y muchas cosas más. Su carácter difuso asegura el éxito de ese palabro. La crítica más fina que se puede decir de un político o de un contrincante es que no tiene relato.

Hay expresiones que se repiten mucho y que consiguen el mismo efecto de ambigüedad. Por ejemplo, "el país es lo que es", "los impuestos son los que son", "las cosas están como están", "luego pasa lo que pasa", etc. Un extranjero que haya llegado a España para tratar de entender nuestra vida pública se queda a dos velas cuando tropieza con esas locuciones u otras parecidas. Se repiten tanto que da la risa. Lo bueno es que el extranjero no las captará bien, pero los autóctonos nos enteramos perfectamente, claro está, siempre dentro de un amplio margen de ambigüedad. Hay otra expresión parecida muy graciosa: "Esto es lo que hay". Recuerdo que en los Estados Unidos de hace algún tiempo un famosos presentador de la televisión, Walter Cronkite, terminaba siempre el telediario con esta frase: "That´s what it is". Es decir, "esto es lo que hay". No quería decir nada; ahí estaba la gracia.

En los discursos económicos se repite hasta la saciedad lo de "sector". Todo el mundo entiende que se refiere a una parte de la actividad económica constituida por las empresas de un ramo, una especialidad. No es que esté mal la analogía, pero sí el abuso de la imagen de la tarta. Es el gráfico preferido de los aficionados al power point, que nunca he sabido por qué se llama así. La popularidad de ese gráfico no se justifica fácilmente. La razón es que, a simple vista, sería más fácil comprender el área de un cuadrado o de un rectángulo que el del sector de un círculo. El número pi no es tan de sentido común como parece. Pero es inútil mi razonamiento. La imagen del sector seguirá teniendo muchos adeptos.

La locución más utilizada en las tertulias, debates, declaraciones y similares es "estamos hablando". No se colige bien el plural, pero nunca se dice "estoy hablando". Es una expresión que da seriedad y profundidad a lo que se va a decir a continuación. No importa que se repita mucho. A veces se recurre a la muletilla para indicar al presentador de la tertulia que le deje seguir, que no le corte. Claro que para esa función lo mejor es emitir un "dicho lo cual". Nadie ha sido interrumpido nunca después de ese truco. Es más, el auditorio se prepara porque, después de "dicho lo cual", viene lo más interesante del argumento. Bueno, a veces sigue una tontería. 

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