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Amando de Miguel

Primores del politiqués

Hay que insistir en que el politiqués no siempre es un lenguaje cultista o relamido. Algunas veces se apunta a todo lo contrario, a un cierto plebeyismo.

No doy abasto a la multitud de textos y testimonios de esa nueva jerga del politiqués. Es la que caracteriza a los políticos de toda laya y también a los hablan con frecuencia frente a las cámaras o los micrófonos. Quien no domine ese lenguaje difícilmente podrá medrar. De ahí lo útil que es seguir la recopilación que aquí se hace. Alguna vez habrá que componer un verdadero diccionario.

José María Navia-Osorio me envía una última perla. Es una frase de un discurso de un político socialista de Asturias. Se refiere a la política urbanística de la ciudad de Oviedo:

Se trata de hacer la Ciudad de la Ciudadanía y para ello se requiere no solo facilitar sino también promover un urbanismo democrático, donde la ciudad sea el resultado de las propuestas de los propios ciudadanos y ciudadanas como resultado de un pacto social con los diferentes partidos políticos.

Don José María comenta que, más que politiqués, el texto parece cantinflés. De eso se trata, de emitir el mayor número de palabras con el menor número posible de ideas.

Agustín Fuentes comenta la simpática asimilación de neologismos por el lenguaje de los comunicadores y otros hombres públicos. Por ejemplo, el guasap, una adaptación fonética del original inglés. Como es sabido, procede de la expresión coloquial what´s up? (= ¿qué hay de nuevo?). Don Agustín observa que a los mandamases de la cultura les gusta mucho la palabra espacio, sobre todo "cuando se trata de actividades raras, pseudoartísticas". Es más, "se crean espacios de entendimiento, de encuentro o de cualquier cosa". Añade algunas otras aportaciones, como lo de "pasar página" y "la positividad y la negatividad". La primera puede aparecer también como "sinergia emocional". La palabra sinergia es uno de esos tecnicismos que se ha hecho muy popular. Otros casos serían "la segunda derivada", "el ADN", "el salto cuántico" o "el agujero negro". Naturalmente, esas palabras y expresiones se utilizan en un sentido analógico, sin que quede clara su significación original. Por ejemplo, el "salto cuántico" en la física es algo infinitamente pequeño, pero se utiliza con el significado contrario, algo muy grande. Lo de cuántico es muy eufónico y misterioso.

Hay que insistir en que el politiqués no siempre es un lenguaje cultista o relamido. Algunas veces se apunta a todo lo contrario, a un cierto plebeyismo, precisamente para parecer popular o incluso dicharachero. Por ejemplo, es sabido que un vulgarismo consentido es el de los participios y otras voces terminadas en -ado que se pronuncian descuidadamente como -ao. Por ejemplo, "abogao del Estao" o "la Constitución que nos hemos dao". Es algo que se puede oír en las declaraciones solemnes de personas de muy alta alcurnia política, por ejemplo, el presidente del Gobierno o el mismísimo Rey. Se trata de un deliberado esfuerzo para pasar por campechanos. No sé si lo consiguen.

Hay más ejemplos. Consideremos estas dos expresiones bastante vulgares: comerse el marrón (= cargar con una dificultad, con algo oneroso) o irse de rositas (librarse de la justicia o de cualquier responsabilidad). Ambas son originarias del hampa, de la gente del bronce, como se decía antes. De ahí pasaron a la jerga policial y enseguida a la de los políticos y otros hombres públicos. Lo del marrón (un eufemismo o ñoñismo para no decir mierda) es algo particularmente vulgar, pero se oye decirlo a personas empingorotadas. Es el viejo juego de María Antonieta jugando a pastorcillos con otros altos dignatarios.

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