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Amando de Miguel

Quién puede formar Gobierno

La peor consecuencia de un Gobierno frentepopulista sería la desintegración de España a la manera de los Balcanes.

Partimos de un axioma: ningún partido va a sacar, ni de lejos, mayoría absoluta. El electorado se va a dividir gentilmente en cinco partes comparables: PP, UP, PSOE, C's y resto (nacionalistas y otros). O sea, el Gobierno tendrá que ser necesariamente de coalición.

El PP sostiene que debe formar Gobierno el partido más votado, suponiendo que es él quien se va a encontrar en tal posición. Pero ¿y si la fuerza más votada fuera UP (Unidos Podemos)? Descartado por inadmisible ese supuesto, "al PP le gustaría la famosa coalición" PP+PSOE+C’s. En tal caso preferiría que Sánchez y Rivera declinaran ser seguidores de ese Gobierno coaligado. De otra forma, los consejos de ministros iban a ser el campo de Agramante. Pero la condición parece difícil, realmente imposible.

UP, siendo por lo menos el segundo partido en votos, aspiraría a gobernar con el PSOE y quizá con algunas fuerzas nacionalistas. Se formaría así una especie de Frente Popular como en 1936, dirigido por Pablo Manuel Iglesias. Pero los poderes fácticos (haylos) no permitirían un experimento tan estrambótico. El principal poder fáctico es ahora la Unión Europea. Nos obliga, por ejemplo, a recortar el gasto público, cosa que no aceptaría ni UP ni el PSOE. La peor consecuencia de ese Gobierno sería la desintegración de España a la manera de los Balcanes.

Al PSOE le gustaría una versión desengrasada de lo anterior: una especie de compromiso entre las fuerzas del progreso o algo parecido, dirigidas por Pedro Sánchez. Lo malo es que el PSOE no sería hegemónico. De todas formas, el gasto público se dispararía. Volvemos al párrafo anterior.

C's es el partido más ambivalente. Podría gobernar con el PP y con el PSOE, pero nunca con UP. Su electorado es de derechas, pero sus dirigentes odian al PP. C´s será el cuarto partido en orden de votos, pero su caudillo, Alberto Rivera, es el más dúctil.

La aporía fundamental es que los cuatro partidos nacionales más destacados pretenden pasar por socialdemócratas, cosa que resulta imposible. Ninguno de ellos está dispuesto a lo más necesario: suprimir un millón de funcionarios, muchos de los cuales son "a dedo". Un dato extraño: Pablo Manuel Iglesias, Pedro Sánchez y Alberto Rivera no han tenido experiencia de administrar dineros públicos, fuera de los que les corresponden graciosamente a sus respectivos partidos.

En vista de lo anterior, se impone una salida in extremis: que el Rey encargue la formación de Gobierno a un independiente que esté bien visto por los poderes fácticos. Pero el Rey no hará tal cosa; no está en su naturaleza. Los partidos pondrían el grito en el Cielo.

Lo malo es que en estas próximas elecciones se espera una escasa participación. Es decir, van a votar los más comprometidos. Desgraciadamente, cada uno vota a los suyos, un poco como en el modelo de los clubes de fútbol. Es un modelo nefasto para la política. Nos lleva al extremismo, la polarización, el "fulanismo", que dijo Unamuno.

Con un electorado tan militante va a ser difícil que se lleven a cabo reformas sensatas, como prescindir de los coches oficiales o de otros privilegios excesivos de los políticos.

Escrutados que sean los resultados del 26 de junio, nadie se considerará perdedor. Por tanto, no será posible formar Gobierno con las condiciones dichas. El supuesto de unos terceros comicios sería la risión del mundo.

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