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Amando de Miguel

Urbi et Orbi

Comprendo la tentación de los latinajos. Yo también los espolvoreo en mis artículos siempre que se dejan. Es un derecho que tenemos los castellanoparlantes por ser el latín nuestra lengua madre. Pero ya que lo hacemos, seamos fieles al origen. Cuidado que se oye y se lee tantas veces lo de la bendición Urbi et Orbe del Papa. Por ejemplo, en el titular y en el texto de la sección de Religión (La Razón, 31-III-02). Eso en latín no quiere decir nada. A los latinos les encantaba el juego de la paronomasia, esto es, juntar dos palabras que solo diferían en una letra o un acento. Por ejemplo, Urbi et Orbi, a la Ciudad (Roma, naturalmente) y al Mundo. Pero si se dice Urbi et Orbe se le quita toda la gracia. No me sirve el argumento estadístico de que así lo decimos los españoles tantas veces.

Por cierto, en ese mismo artículo se recoge otra moda del momento. No es un error, pero repele al sentido lingüístico. La crónica dice que le Papa, “tras la eucaristía, pronunciará la bendición Urbi et Urbe” (ya sabemos que es Orbi). La “eucaristía” en griego es “acción de gracias”. Es una parte de la misa, la transmutación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, pero no es la misa. La moda consiste ahora en preferir la palabra “eucaristía” a la de “misa”, como si fueran intercambiables, y no es así.

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