Menú
Amando de Miguel

Vacilaciones léxicas

El uso de la lengua consiste en tener que elegir entre una palabra y otra. Nos fijaremos en el auténtico significado, en la regla de sentido común, en la norma estatuida, incluso en lo que nos aconseja el oído. Veamos algunas vacilaciones corrientes propuestas por los amables corresponsales de esta seccioncilla.
 
Ignacio Carrera consulta: ¿Se debe decir “no como pan porque engorda” o “porque me engorda”? No sabría decirlo. Las dos formas me suenan bien. Quizá lo de “me engorda” es la manera más coloquial y castiza.
 
“Rías5l” opina que es una incorrección decir “cristal” para referirse a “vidrio”. No lo creo. Quizá el “vidrio” aluda más al material físico o industrial, mientras que “cristal” es la forma más corriente de referirse al vidrio que cubre las ventanas. “Una copa de cristal” parece algo de mejor calidad que “una botella de vidrio”.
 
Octavio Fernández tiene la duda de si se dice “a pie juntillas” o “a pies juntillas”. A mí me suena mejor la primera, pero no me molesta si oigo o leo la segunda. No parece que concuerde mucho lo de “a pie juntillas”, como tampoco existe concordancia en “a ojos vistas”. Qué le vamos a hacer. El idioma es, a veces, caprichoso.
 
Paula Paino Rivero me escribe: “¿Ha notado que en España ya nadie pide o exige, y mucho menos solicita, sino que ahora se demanda, como en inglés?” No son verbos equivalentes, ni siquiera por aproximación. “Pedir” es la acción más genérica. Se pide limosna, se pide un regalo de Reyes y se pueden pedir peras al olmo. “Demandar” añade a la petición un derecho. Por ejemplo, “los jubilados demandan pensiones más altas”. “Exigir” equivale a demandar con mayor derecho, de forma terminante e imperiosa. En los meses que corren el líder del PSOE está todo el día exigiendo cosas al Gobierno, quizá para dar una apariencia de rigor.
 
Jesús Agudo plantea la diferencia entre “acordarse” y “recordar”. Él prefiere la forma “no me acuerdo”. Francamente, no sabría decir qué diferencia puede haber. Quizá lo de “recordar” se pueda utilizar mejor para una serie precisa de acontecimientos. El “acordarse” permite una fórmula más difusa. Por ejemplo, “de cuyo nombre no quiero acordarme”, aunque Cervantes recordara perfectamente el nombre del misterioso lugar.
 
Dante Bobadilla me escribe desde el Perú para plantearme dos dudas. ¿Se debe decir “lastimosamente hemos perdido el partido” o “lamentablemente”? Creo que la diferencia es muy pequeña entre producir lástima o lamento. Quizá una persona o situación dan lástima y, en cambio, el observador se lamenta de algo lastimoso. Más no puedo decir. La otra duda del peruano es si se debe decir “inversor” o “inversionista”, la persona que invierte su dinero o el de otros. En caso de duda, siempre la más corta. El alargamiento innecesario de las palabras es moda anglicana que se justifica mal.
 

En Sociedad

    0
    comentarios