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Amando de Miguel

Viejos que trabajan

Voy viendo que a los 65 años, edad simbólica, quedan pocos coetáneos que trabajen. Me parece un inmenso derroche colectivo y un disparate individual dejar de trabajar a los 65 años. Los pocos viejos que siguen en la brecha son los más entusiastas. Son también los que conservan un hálito de la tradicional “ética del trabajo”. Hoy ya no existe para el conjunto o no es llamativa. Ese es nuestro mayor desacierto como empresa colectiva. La droga del trabajo es la única sana. La jubilación forzosa no es más que una forma de esclavitud al revés, obligar a no trabajar.

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