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Ana Velasco Vidal-Abarca

Los presos

Cumplida la derogación de la doctrina Parot, el PNV fuerza al Gobierno a un proceso para que los terroristas salgan lo antes posible.

Todos sabemos -aunque se busquen excusas o se culpe a otras instancias- que las excarcelaciones provocadas por la derogación de la doctrina Parot son consecuencia de decisiones políticas, como lo fue la sustitución antes de plazo del juez que representaba a España en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por otro que defendiese la postura de los jueces discrepantes de la sentencia del Tribunal Constitucional que avaló la doctrina. Al igual que sabemos que la rapidez con que se ha ejecutado la sentencia haciéndola extensiva al resto de reclusos en situación similar responde al propósito de no prolongar en el tiempo el fortísimo desgaste de imagen para el Gobierno que supondría el goteo de setenta asesinos abriendo los telediarios con sus alborozadas salidas de la cárcel y los exultantes recibimientos en sus pueblos. Era mejor sacarlos por tandas y así, en pocas semanas, se daba carpetazo al asunto y se podía seguir centrando el discurso gubernamental en lo bien que va la economía en lugar de tener que echar balones fuera con frágiles argumentos responsabilizando a otros de las omisiones propias.

Una vez cumplido el compromiso de la derogación de la doctrina Parot, no hay pausa ni tregua. El PNV en connivencia con las nuevas marcas políticas de Eta, presiona, exige, fuerza, al Gobierno a llevar a cabo un proceso por fases para que los terroristas que aún están en la cárcel salgan lo antes posible. Si el Gobierno ante estas presiones respondiese alto y claro, pública y rotundamente que no va a asumir ningún plan específico para favorecer a los más repugnantes asesinos de España; si nos dijese a todos que no hay motivo para preocuparse porque la ley se va a cumplir y las sentencias también, no habría razón alguna para sentir inquietud, incertidumbre, miedo o desconfianza por lo que pueda ocurrir. Sin embargo no es así. El Gobierno calla, el Gobierno oculta, el Gobierno prefiere no contar que se reúne en secreto con el PNV, ni por supuesto de qué hablan, y sus desmentidos acerca de la asunción de los planes de excarcelaciones por fases propuesto por el Gobierno Vasco, suenan a engaño o a excusa.

El silencio, la opacidad, la omisión de la palabra justicia cuando se intenta tranquilizar a las víctimas, indican una voluntad entreguista, un abandono de los planteamientos propios asumiendo los contrarios a los que antes se defendían con convicción. Aquella frase que Rajoy pronunció en 2005 en el Congreso acusando a Zapatero de "cambiar de dirección, traicionar a los muertos y permitir que ETA recupere las posiciones que ocupaba antes de su arrinconamiento" se vuelve hoy como un boomerang contra el propio presidente que, sin explicaciones, también ha cambiado de dirección.

Ante la preocupante política que pretenden imponer los nacionalistas y viendo que no hay más reacción a las alarmas que la negación de la realidad, me permito SUPLICAR al Gobierno que vuelva a cambiar de dirección, que recupere la senda de la defensa a ultranza del Estado de Derecho, que diga no a los planes del PNV, que diga sí a las peticiones de justicia de las víctimas. Y que establezca una posición firme también en lo que respecta a la maligna propaganda impulsada por los nacionalistas para legitimar el terrorismo con infamias tan graves como la equiparación entre víctimas del terrorismo y "victimas de abusos policiales" -¿quién determina quienes son y por qué razones? ¿Quiénes son esos policías abusadores ó lo son en su conjunto las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado? ¿De verdad se va a tolerar con impavidez que los familiares de presos terroristas acudan a los colegios vascos a envenenar la inocencia de los niños? ¿Es que no comprenden que si se continúa siguiendo la estela del PNV serán los propios terroristas quienes acaben impartiendo doctrina no solo en los colegios, sino en todos los espacios públicos?

Y si realmente no se piensa en aplicar los inmorales planes del PNV, ¿A qué viene tanta reunión secreta y tanta opacidad? El tiempo dirá si la desconfianza que la actitud del Gobierno provoca, está fundada o no. Nada me gustaría más que equivocarme en mis recelos.

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