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Andrés Ayala

Crónica de una muerte electoral anunciada

Los venezolanos le dijimos no a la dictadura, no al lenguaje de odio, no a la división, no a esta reforma inconstitucional e inmoral planteada por el presidente.

Probablemente cuando el escritor colombiano Gabriel García Márquez escribió su famosa novela Crónica de una muerte anunciada, jamás se imagino que seria tan utilizado su titulo para muchísimos acontecimientos políticos en los últimos años, y el pasado domingo 2 de diciembre del presente año 2007 aquí en Venezuela de nuevo la muerte electoral anunciada se hizo presente.

Tras peleas y peleas, conflictos y conflictos y promesas sin cumplir a nivel mundial, el presidente tirano de Venezuela Hugo Rafael Chávez Frías fue cosechando el repudio de la opinión pública internacional así como también el de más del 50% de sus propios seguidores.

Un "por qué no te callas" dicho por el señor Rey Juan Carlos de Borbón sirvió para que empezara la fiesta, una fiesta de repudio internacional, una fiesta de derrotas diplomáticas. El momento cumbre llegó cuando no pudo concretar ni conseguir ninguna prueba de vida de la ex candidata presidencial de Colombia, Ingrid Betancourt, secuestrada por las FARC hace más de 5 años, en un intento del tirano por limpiar su ya muy dañada imagen internacional. Esto hizo recordar que Chávez ya no es el invencible que era antes y que una "muerte electoral anunciada estaba por venir".

Hace apenas un año, el 3 de diciembre del 2006, el presidente de Venezuela fue reelegido para otros siete años, periodo que comprende entre el año 2007 y el 2013. Chávez ganó esta reelección con "más de 8 millones de votos" por "4 millones de Manuel Rosales" (el otro candidato). Coloqué entre comillas estas cifras porque son muy cuestionadas por todos lo que pertenecemos a la oposición contra Hugo Chávez.

Apenas un año después, Chávez acaba de recibir su primera derrota en las urnas tras nueve años en el poder. Derrota cuya razón es que los venezolanos queremos seguir viviendo en paz, en democracia, y con reconciliación a nivel mundial e interna. Los venezolanos le dijimos no a la dictadura, no al lenguaje de odio, no a la división, no a esta reforma inconstitucional e inmoral planteada por el presidente.

Los resultados de esta ultima contienda electoral fueron muy claros; los seguidores de Chávez le dejaron un mensaje firme a su presidente, que va a tener que analizar muy bien y pasar horas de horas pensando en qué se equivocó. Según las cifras oficiales, cuatro millones y medio de personas le dijeron no a la reforma, mientras sólo cuatro millones trescientos mil apoyaron al presidente. Chávez ha sido tan ineficaz este último año que pasó de ocho millones de votos a solo cuatro millones trescientos mil, perdiendo casi cuatro millones de electores en muy corto tiempo. Pero estas reflexiones dejémoselas a Chávez.

El lunes, Venezuela despertó con un nuevo rostro, con nuevas esperanzas, con unos nuevos y jóvenes líderes que le están demostrando a el país que si hay futuro, que somos capaces de salir de esta dictadura y que, como dice un buen alcalde opositor, "hay mas presente que pasado".

Pero aquí en Venezuela tenemos un grito de guerra entre la oposición y es que tenemos "prohibido olvidar"; no podemos sólo con esta victoria decir que Chávez es bueno o demócrata al reconocer su derrota (ya que fue presionado por todo su entorno militar para que reconociera que perdió), no podemos olvidar ni los venezolanos ni el mundo que durante este gobierno hemos tenido en Venezuela miles de muertos, miles de heridos; miles de despedidos criminalmente, miles de oprimidos y perseguidos, las listas Tascón y Maisanta, de firmantes en contra de Chávez publicadas para que se les niegue un empleo; miles de millones de dólares derrochados en aventuras personalistas y corrupción descarada; persecución criminal y ofensiva de la disidencia; lenguaje de odio, racista, clasista, resentido; decenas de propiedades violadas, fábricas confiscadas, cadenas de televisión cerradas: círculos paramilitares y terroristas; alianzas con Corea del Norte, Irán, Cuba, Rusia y todo lo que huela a rojo y a fracaso; presos políticos, padres sin hijos, huérfanos, y un largo etcétera de víctimas, abusos de todo tipo; fraudes electorales; todos los órganos del poder concentrados en una sola persona, una nación sin justicia y con la vida pendiendo de la voluntad de un caudillo, el país tratado como una alcancía personal, despreciado, insultado, burlado y oprimido; la moneda sin valor; y la confianza y honorabilidad del país en un basurero.

¿Algo de esto cambió el domingo? No, todo sigue igual, sólo que ahora hay una diferencia. Esta vez se hizo justicia sin cuestionamientos, porque se veía venir la crónica casi escrita por Chávez de una muerte electoral anunciada.

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