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Andrés Benavente

El efecto contagio

La crisis argentina, económica y financiera en su esencia, es hoy de orden político en cuanto las señales que ha enviado el mercado están en relación con la débil credibilidad que se tiene en la capacidad del gobierno para articular consensos sólidos y estables que apunten a alcanzar el objetivo del déficit cero.

Este factor de credibilidad acentúa también los aspectos económicos, dado que el problema no es tanto el monto de la deuda, sino la capacidad del país para servirla, es decir pagar los intereses y amortizar el capital. De hecho, la deuda pública argentina es muy inferior a la de países como Bélgica e Italia, pero que no ofrecen incertidumbres respecto de sus respectivas capacidades de pago.

Son estos dos aspectos, el político y el económico los que están afectando a los países de esta región de América Latina.

El político se vincula a las percepciones de los inversionistas que tienden a mirar a la región como un todo, sin detenerse a examinar con mayor profundidad la diversas características de las economías nacionales. Chile, por ejemplo, tiene una política fiscal sólida y no deficitaria, un sistema financiero robusto con baja cartera vencida, con una baja proporción de las exportaciones destinadas a Argentina (un 3,5%), incluso inferior a las que van a Brasil (5,3%). Sin embargo, el efecto sicológico del contagio hace que el dólar haya subido en relación al peso de manera persistente en el último mes, llegando a amenazar la baja inflación del país que es del orden del 1,5%, en lo que llevamos de año.

El económico-financiero ha afectado directamente y en grado importante a Brasil, que es el principal socio comercial de Argentina, provocando la detención de importantes proyectos de inversión y una fuerte devaluación de su moneda, en un contexto en que ese país está sufriendo una seria crisis eléctrica que afecta negativamente en su crecimiento.

Hay que considerar que Brasil y Argentina son quienes sustentan el Mercosur, por lo tanto, toda la crisis argentina pone en entredicho la estabilidad este Acuerdo Comercial y las posibles negociaciones conjuntas de éste con la Unión Europea y el Alca. De hecho el que la Unión Europea haya preferido avanzar más anticipadamente en las negociaciones con Chile, y no de manera paralela con el Mercosur como inicialmente se planteó, es una señal que refuerza aquella tendencia.

Por lo demás, incluso sin considerar los efectos de la crisis, con la llegada de Cavallo al gobierno, la fidelidad argentina con el Mercosur comenzó a debilitarse, dada su preferencia por profundizar y extender los acuerdos comerciales con Estados Unidos. La contigencia actual –en consecuencia– puede marcar la declinación de un Tratado Comercial que por vincular a economías estructuralmente desiguales nunca fue muy convincente como actor del comercio internacional.

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