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Ángel Martín Oro

Es antisemitismo, no nos engañemos

Se trata de aprovechar al máximo las bazas propagandísticas para sacar de dentro una postura contraria a Israel que convenza cada vez a más gente de su maldad. Cualquier error va a ser usado como excusa para lanzar furibundos ataques al Estado de Israel.

Es antisemitismo, y no otra cosa, lo que está detrás de la reacción de la prensa y la opinión pública mayoritarias de Occidente al triste suceso de la flotilla. Son este tipo de ocasiones las que ponen de manifiesto el lacerante antisemitismo existente por estos lares. Un antisemitismo aletargado, en el mejor de los casos, en tiempos tranquilos.

La reacción de la prensa española ha sido casi unánime, con honrosas excepciones como la de esta casa, o el seguimiento que ha realizado el blog Barcepundit. Elmundo.es daba voz a las protestas hablando de "barbarie". Elpais.com hablaba de "baño de sangre". Forges expresaba en una viñeta su clásico antisemitismo: Derramar sangre: la única razón de la bestia. 20 Minutos hacía gala de su objetividad y calidad periodística: Israel comete una matanza sin precedentes contra una iniciativa humanitaria.

También dentro de ciertos grupos del movimiento libertario norteamericano, como el portal Antiwar.com, han respondido de forma similar: "No es la masacre más grande de civiles en la historia israelí, pero a excepción de otras no había manera de suavizar el ataque deliberado sobre un buque de ayuda civil en aguas internacionales". Algunos comentarios vertidos en esa noticia por los lectores son todavía más preocupantes. Tampoco es de extrañar, teniendo en cuenta que su director editorial, Justin Raimondo, es autor del misterioso libro titulado Terror Enigma: 9/11 and the Israeli Connection.

Estas reacciones son prácticamente impulsivas, y apenas responden a un tratamiento sosegado y riguroso de las informaciones y los acontecimientos, generalmente confusos en un principio. Se trata de atacar a Israel acusándole de "genocidio" (léase "baño de sangre", "masacre" o "matanza") en contra de los pobres palestinos. Se trata de aprovechar al máximo las bazas propagandísticas para sacar de dentro una postura contraria a Israel que convenza cada vez a más gente de su maldad. Cualquier error del Gobierno o ejército israelí va a ser usado como excusa para lanzar furibundos ataques al Estado de Israel.

Entraría dentro de la sensatez y racionalidad discutir sobre si Israel actuó adecuadamente: ¿fueron desproporcionados?, ¿deberían haber interceptado la flotilla?, ¿había otras alternativas? Pero esto es una cosa, y otra muy distinta el ensañamiento que estamos padeciendo.

Por supuesto que el Gobierno o su ejército pueden equivocarse o actuar irresponsable y torpemente. De hecho así parece que ha sucedido. Según diversos analistas, el error principal "en la planificación de la operación fue la estimación de que los pasajeros eran realmente activistas políticos y miembros de grupos humanitarios que buscaban provocación política, pero que no recurrirían a la violencia". Es decir, que pecaron de ingenuos.

Por eso llevaban órdenes de usar sus armas de fuego sólo en caso de circunstancias extremas, en situación de vida o muerte. Y aunque estuvieran recibiendo golpes, los soldados en un principio continuaron gritando "¡no disparéis!" hasta que la situación se hizo insostenible. Resulta difícil conjugar esta visión de los hechos, confirmada por un soldado israelí herido, con la idea del ataque deliberado y cruel de unos soldados a una banda de falsos pacifistas pertrechados de armas y que entonaban cánticos yihadistas.

No obstante, éste y otros posibles errores en los que se haya podido incurrir son fáciles de identificar después de los hechos (ex post), pero muy difíciles de prevenir antes (ex ante), especialmente cuando se trata de una decisión tan delicada como la que tuvieron que tomar, y con una opinión pública que te está esperando a la vuelta de la esquina para lincharte. Seguro que ahora algunos sesudos analistas tratarán de dar lecciones al ejército de Israel sobre los distintos cursos de acción alternativos que debían haberse tomado, cuando lo realmente complejo es adoptar una decisión en un contexto particular, de incertidumbre, tensión, y de un conocimiento parcial e imperfecto de la situación.

Lo cierto es que la experiencia ya viene demostrando que sucesos como éste son aprovechados sin ningún pudor para atacar a Israel. Casos como el de al-Dura, Qana, playa de Gaza, o Pallywood en general, muestran que hechos que supuestamente demostraban la culpabilidad del Israel acaban no siendo tales, según sostenía ayer Barcepundit.

Algunos nos acusarán de paranoicos al ver el fantasma del antisemitismo por todas partes, cuando, dicen, en los críticos hacia Israel solo hay una búsqueda desinteresada por la "verdad de los hechos" y la justicia. Sin embargo, como señalaban los analistas de Stratfor, "donde el conocimiento es limitado, y el deseo de comprender la compleja realidad no existe, la opinión pública puede ser moldeada por quien genere los símbolos más poderosos".

Aquí es precisamente donde entra el antisemitismo y su papel, ese sentimiento y actitud imperecederos que ha sido una constante a lo largo de la historia.

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