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Antonio Golmar

Enmendar la enmienda

La enmienda de Vidal Quadras es un escrito bien articulado que aspira a redefinir la derecha española en términos netamente conservadores.

Trabajo no les va a faltar a los compromisarios del PP de aquí al 20 de junio. Nada menos que 2124 enmiendas a la línea oficial, entre ellas la presentada por Vidal-Quadras y otros a la ponencia política de la calle Génova. Un buen ejemplo de lo que hay que hacer.

Lo más destacable del texto es la reivindicación de la soberanía del pueblo español y de la existencia de la nación española. El cierre del proceso de transferencias a las autonomías, la recuperación de algunas por parte del Estado central, la reforma electoral y el ofrecimiento de un pacto al PSOE para realizar las modificaciones constitucionales que esto conlleva es la única forma de acabar con lo que la mayoría de los españoles llevan pidiendo desde hace más de 10 años: el fin del chantaje separatista a la nación. Ya era hora.

En otro orden de cosas, me alegra que los redactores de la enmienda hayan optado por un concepto amplio de sociedad civil, aunque echo de menos una defensa explícita del mercado. En cambio, me sobran las "virtudes cívicas" y el "altruismo" como objetivos del sistema educativo. Se parece demasiado a lo que dice Zapatero.

Me gusta la alusión a los liberales del siglo XIX, pero no me convencen ni la referencia a los partidos de centro y derecha de la posguerra europea (algunos ya no existen) ni el mantenimiento de la vaga expresión "centro reformista". Tampoco estoy de acuerdo con el híbrido liberal-conservador basado en "la defensa de la vida humana desde su concepción" (¿volvemos a 1985?) y el cansino énfasis en "el ideal de justicia social", que es lo que suelen proclamar los socialistas cuando quieren decir "pobreza para todos". Decepcionante.

Por lo demás, considerar el matrimonio entre hombre y mujer "y de la familia resultante del mismo" como fundamento único de la sociedad es muy poco realista. ¿Qué hay de las parejas con hijos que no han contraído matrimonio? ¿Acaso los no casados, los divorciados y sus hijos no tienen familia? Estoy casi seguro de que al menos dos de los firmantes de la enmienda no piensan así. Pero las palabras tienen significados, y cuanto más claros, mejor.

La prohibición de declaraciones de derechos y deberes en los estatutos de autonomía que la enmienda recoge es algo normal incluso en estados federales, como lo es la garantía del aprendizaje del idioma común en todo el territorio nacional. Un gran acierto ensombrecido por el mantenimiento de los privilegios fiscales vasco y navarro, una incoherencia difícil de entender. No sé qué razones hay que puedan aplicarse al País Vasco y Navarra y no a otras comunidades autónomas, por ejemplo las del antiguo Reino de Aragón. Más racional y razonable es la postura de Rosa Díez, es decir, el fin de las prebendas, y no el foralismo asimétrico. Por lo que respecta al Consejo General del Poder Judicial y al Tribunal Constitucional, nada se dice de la elección de sus miembros, fundamental a la hora de reforzar su independencia. Error por omisión.

En definitiva, la enmienda es un escrito bien articulado que aspira a redefinir la derecha española en términos netamente conservadores. En mi opinión, tiene muy poco que ver con la deseable reducción del poder del Estado, que es lo que nos ha llevado a grave situación actual. Si de algo ha servido el nuevo Estatuto de Cataluña es para que muchos españoles se den cuenta de que la mejor forma de atajar los abusos es evitar que se produzcan. Nada mejor que cortarles las alas a los políticos, sean de alto o de bajo vuelo. Que la enmienda hable de "Gobierno", y no de Estado limitado, me resulta poco edificante.

Por fin llegó el ansiado debate de ideas. A mayor dificultad, mayor gloria.

En España

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