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Antonio Golmar

La dulce mordaza de Sarkozy

Que los educadores y los formadores de opinión dependan del Estado o de sus agentes monopolistas es simplemente intolerable. Es por eso que desde en el siglo XVIII los liberales ingleses abogaron por una prensa libre y diversa.

El Estado francés regalará subscripciones a diarios de papel a los jóvenes que cumplan 18 años. Además, el Gobierno de Sarkozy multiplicará por nueve las ayudas a la distribución de periódicos y doblará la publicidad institucional en la prensa francesa. Así comienza la penúltima entrega de esa interminable novela colectiva de terror que políticos de todo el mundo redactan desde el pasado mes de septiembre.

La cruzada emprendida por Sarzoky contra la libertad de expresión es uno de los fenómenos más escandalosos que han sucedido en Europa occidental en los últimos tiempos. A su lado, aberraciones como el cierre de restaurantes extranjeros en Italia y los cartelitos de ZP se me antojan simples juegos de niños. ¿A cuánto sale el kilo de editorial? ¿Y el gramo de columnista?

El presidente francés ha dicho que, al igual que las restricción de la publicidad en las televisiones, que algunos ingenuos denominan "televisión de calidad" (¿Qué es peor? ¿Un anuncio de Barbie o un publirreportaje sobre la Barbie del Elíseo?), el objetivo de esta medida es fomentar la responsabilidad, la cultura y otras virtudes públicas y privadas. Vamos, que lo hace por nuestro bien. Y el que se queje es poco más o menos que un sucio pervertidor de menores.

La apelación a los grandes valores para justificar la tiranía es uno de los trucos más viejos que se conocen. Bien lo sabían los redactores de la Constitución de Cádiz, cuyo Título IX arrebató a la Iglesia el monopolio sobre la educación y la censura celosamente guardado por la Inquisición, y también Fernando VII. Es verdad que Juan de Mariana y otros miembros de la Escuela de Salamanca eran curas. ¿Acaso podrían haber sido otra cosa?

Que los educadores y los formadores de opinión dependan del Estado o de sus agentes monopolistas es simplemente intolerable. Es por eso que desde en el siglo XVIII los liberales ingleses abogaron por una prensa libre y diversa, que no imparcial ni objetiva, a fin de evitar que la mayoría parlamentaria monopolizara la información, y también se opusieron a la estatalización de la enseñanza. Las reformas educativas llevadas a cabo recientemente en varios países y en algunas ciudades de los Estados Unidos –donde además de liberalizar la apertura de colegios y eliminar la zonificación se ha establecido un sistema de conciertos en el que el dinero sigue al alumno, y no al centro– desplazan el poder de los burócratas y de los lobbies a los padres.

¿Y en España? Aquí, ni siquiera la Comunidad de Madrid publica de forma individualizada los resultados obtenidos por los colegios de la región en las pruebas de aptitud, supongo que para evitar que los sindicatos se quejen o que –¡válgame Dios!– a alguna mamá insensata se le ocurra pedir que le devuelvan su dinero. Una vez más, hay que elogiar a UPyD por ser el único partido político que defiende los derechos de los padres a conocer la calidad de la formación que reciben sus niños en los centros públicos.

Hace unos días un votante francés decepcionado me decía que para esto mejor que hubiese ganado Ségolène Royal, que por lo menos es guapa y sale mejor en las fotos de los periódicos: 

La lectura de los artículos el periódico Le Monde sobre la vida cotidiana en el interior de nuestras prisiones, y en especial las historias individuales que se narran, me han consternado bastante (Nicolas Sarkozy, Libre, pág. 406).

No se preocupe presidente, no volverá a pasar.

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