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Antonio José Chinchetru

Pornógrafos y libertad de expresión

Resulta lamentable que alguien apele a la libertad de expresión como argumento en lo que no es más que un enfrentamiento entre sectores privados por sus propios intereses.

El mundo está lleno de ejemplos de personas y organizaciones que manchan el concepto de libertad de expresión para defender unos intereses que nada tienen que ver con él. Por lo general se trata de Gobiernos dictatoriales o con fuertes tics autoritarios, así como de grupos ideológicos tanto de extrema izquierda o ultraderecha, pero existen otros casos. Sin ir más lejos, el último ejemplo es el de un grupo de la industria pornográfica de Estados Unidos que tiene el equívoco nombre de Coalición de la Libertad de Expresión (FSC, por sus siglas en inglés).

Esta organización ha protestado, y anunciado que seguirá haciéndolo, contra la posibilidad de que se ponga en marcha un dominio de internet de primer nivel .XXX. Según la FSC, dicho sufijo facilitaría la censura y el bloqueo de sitios pornográficos al ser fácilmente identificables. Resulta curioso además que este grupo de empresarios del porno haga suya su queja de algunas organizaciones de protección de la infancia, que sostienen que dicho sufijo crearía una falsa sensación de seguridad. Esto se debería, según todos ellos, a que prevalecería la falsa idea de que existe una suerte de "barrio rojo" online delimitado, a pesar de que se podría seguir accediendo a sitios web para adultos con dominios de otro tipo, como los .com y los .net.

Estos argumentos esconden una tremenda contradicción. Si a los miembros de la FSC les parece que el .XXX les perjudica por facilitar la censura y el bloqueo, siempre pueden seguir utilizando otros tipos de dominio como han hecho hasta la actualidad. Además, si tanto les preocupa la defensa de la infancia ante sus propios contenidos, no deberían tener nada en contra de que los programas instalados libremente por los padres para bloquear contenidos para adultos detecten con facilidad sus sitios web. Otra cosa muy distinta es, por supuesto, el bloqueo de contenidos y la censura impuestos desde las autoridades de muchos Estados.

Parece en realidad que estamos ante un enfrentamiento entre estos empresarios del porno y la entidad privada que gestionaría el .XXX en caso de que finalmente sea aprobado por la ICANN (Internet Corporation for Assigned Names and Numbers, el organismo que gestiona estas cuestiones a nivel mundial), ICM Registry. A los miembros de la FSC no les gustan las condiciones y el modo de funcionamiento de esta última, y la acusan de tan sólo querer hacer dinero. Suponemos que en esto último tienen buena parte de razón (aunque desde ICM promocionan su proyecto de dominio apelando a la responsabilidad de los creadores de contenidos para adultos), pero nadie les obliga a entrar en su juego y utilizar el polémico sufijo en cuestión.

Resulta lamentable que alguien apele a la libertad de expresión como argumento en lo que no es más que un enfrentamiento entre sectores privados por sus propios intereses. No vamos a entrar aquí a analizar si es mejor que exista el .XXX o no, pero lo que está claro es que en ningún caso se trata de un asunto de lucha contra la censura y las mordazas impuestas desde el poder.

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