Menú
Antonio López Campillo

Antena, antenas…

Uno de los entretenimientos favoritos de los responsables de lo que sea consiste en jugar con los números. En los casos de empresas, administraciones y particulares el número juega el papel de la razón definitiva. Medir es un arte, citar como argumento los números de los resultados de unas medidas suele ser una habilidad de discutidor. La medición consiste en un conjunto de operaciones que tiene por finalidad determinar el valor de una magnitud. El resultado de la medición se expresa en un número. Ese número vale lo que valen las operaciones que permiten determinar el valor de la magnitud.

El número es un signo rotundo: 7,03 o 0,054. Pero en el caso de simbolizar una medida, hay que tener en cuenta la precisión de cada una de las operaciones que han conducido a la medida. Un ejemplo del poder del número nos lo ofrece el caso de las antenas de telefonía móvil de Valladolid.

En el colegio García Quintana de Valladolid se han diagnosticado cuatro casos de cáncer entre los alumnos; como el colegio está rodeado de antenas de telefonía móvil, se ha supuesto que hay una relación cánceres-antenas. El Gobierno de Castilla y León ordenó el cierre del centro, (en lugar de retirar las antenas). Cierre que ha sido suspendido por el tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Hoy los niños acuden a otro centro prestado por una parroquia cercana.

Por su parte, el Ministerio de Ciencia y Tecnología dice que no cambiará el real decreto de septiembre del 2000, que regula la colocación de antenas. Seguramente por eso de "procure siempre acertarla el honrado y principal, pero si la acierte mal, sostenerla y no enmendarla".

Hay en esto una medida: la del efecto de las radiaciones electromagnéticas emitidas por la antena. La cifra dice a qué distancia los efectos dejan de ser nocivos. Con esa cifra, esa distancia de seguridad, se van colocando las antenas. Esta medida está compuesta de tres medidas previas: la primera mide la energía emitida por la antena al funcionar, la segunda mide las frecuencias con las que emite, y la tercera los efectos de esas radiaciones sobre los organismos. El conjunto de estas tres medidas permite dar la cifra de la distancia a la cual la radiación deja de ser nociva. Veamos cual es la precisión y la fiabilidad de estas tres medidas.

La medida de la primera, la energía emitida por la antena, es fácil de calcular y medir, es resultado, salvo torpeza manipulativa, altamente fiable. Y lo mismo sucede para la segunda medida, la del espectro de las frecuencias emitidas. Es que estas dos medidas son físicas. El caso de la tercera, la del efecto sobre los organismos ya es mucho más delicada y menos fiable.

En la tercera medida se pretende determinar los efectos de las radiaciones emitidas por la antena sobre las moléculas que forman nuestro organismo, incluidas las del genoma. No se experimenta con humanos, se hace con animales de laboratorio, ratas o conejos de indias, a los que se les somete a una irradiación adecuada y después se estudian los tejidos irradiados, tras la muerte del animal. La medida, la cifra, de los daños, debe indicar los efectos de cada una de las frecuencias emitidas. No basta con citar la energía emitida, y recibida, pues hay frecuencias mucho más dañinas que otras para la misma dosis de radiación.

Ha habido investigadores que han encontrado lesiones serias en ratas después de ser irradiadas. Otros no han observado nada grave. Esta es uno de los puntos que requeriría nuevas investigaciones lo más neutras posibles. Hay, a lo menos, una duda que debe tenerse en cuenta. Uno de los argumentos de los defensores de las antenas es que los humanos no son ratas, son los que olvidan que las moléculas que forman nuestras células son las mismas que las que forman las células de las ratas y que las agresiones de las radiaciones se efectúan al nivel de las moléculas y no sobre el documento de identidad.

Otro punto importante es el de la distancia. Si la dosis a la distancia mínima es a y hay 30 antenas a esa distancia la dosis recibida será 30xa, es decir treinta veces superior a la considerada mínima. Todas están a la distancia reglamentaria pero sus efectos se suman.

Hoy no se sabe con certeza el grado de la malignidad de esas radiaciones, dado lo aleatorio de la tercera medida. Razón de más para tener cuidado; tener cuidado con los seres humanos. El gobierno de la comunidad protegió a los niños alejándolos del lugar, el colegio, pero dejando donde estaba la fuente del peligro. Es que acaso las antenas "quemen" y los niños no.

Asunto este del colegio de Valladolid que merece atención. Como siempre, nuestra salud no depende de las técnicas, sólo depende de los humanos que las manipulan. Alguien dijo "la verdad os hará libres", y se podría añadir “sanos”.


Este artículo, junto a otros de Jorge Alcalde, Enrique Coperías, Ana Díaz, etc. se publica en la Revista de Ciencia y Sociedad de Libertad Digital. Si desea leer más, pulse AQUÍ

© www.libertaddigital.com 2001
Todos los derechos reservados

Titulares de Libertad Digital
Suscríbase ahora para recibir nuestros titulares cómodamente cada mañana en su correo electrónico. Le contamos lo que necesita saber para estar al día.


!-->

En Sociedad

    0
    comentarios