Mustafá, padre de seis niños y jóvenes musulmanes, no quiere que sus hijos frecuenten una escuela católica que les han asignado. Lo que es normal si quiere que sus hijos sigan siendo musulmanes. Las autoridades deberían tener algo de cuidado, no mucho, para evitar esos casos de choques de religiones. Al parecer, el centro daba clases de religión católica a los niños musulmanes. Obligación que no dice mucho de la dirección del colegio en cuanto a sensibilidad religiosa.
En este país, a diferencia de los estados musulmanes, hay libertad religiosa. No se puede bajo ningún pretexto formar a un menor, ni a nadie, en una religión que no sea la suya, por tradición o por convicción. El señor Mustafá tiene derecho a que a sus hijos no se les inculque una fe que no es la suya. Y esto sirve para todos.
Mustafá ha dicho que considera una ofensa los símbolos religiosos con los que sus hijos convivirían en el colegio católico; aunque sus hijos no estuviesen obligados a ir a las clase de religión. Dicho de un modo más claro, le ofende la fe de los otros, que se expresa en símbolos. Lo que, digan lo que digan, es una muestra evidente de ausencia de tolerancia.
Es normal que no quiera que a sus hijos se les enseñe otra religión, lo que no es normal es que pida que los que rigen la escuela abandonen los signos de su fe.
La sensibilidad religiosa de Mustafá ante los símbolos de otra religión, hace pensar en la sensibilidad de otros ante el pañuelo que suelen usar las musulmanas como signo de su creencia. En el Corán no se habla de pañuelo, se habla de velo, el pañuelo es como las imágenes de santos, que asustan a los pequeños musulmanes, (Fátima, la hija mayor de Mustafá, dixit), que tampoco están en el Nuevo Testamento, pero son signos para los católicos. Mustafá, con esa sensibilidad, debería comprender que a algunos les parezca una ofensa lo del pañuelo islamíco. Mustafá es sensible, religioso y usa de una doble moral. Pañuelo sí, "muñecos de santos" no.
La religión musulmana, nos lo están demostrando sus fieles seguidores, es un obstáculo importante para la integración de algunos inmigrantes que profesan esta fe.
Puede ser que no estemos preparados para recibir a humanos de otras religiones, y que tampoco ellos estén preparados para convivir con otras religiones. Doble falta de preparación que conduce a tensiones interreligiosas que pueden degenerar en cosas más serias. Recuérdese lo que pasa en Kosovo y en el contenido religioso de las luchas recientes en la ex-Yugoslavia.
Una minoría con una fuerte creencia religiosa, que sea a la vez religión y referencia cultural, crea un gueto. Que precisamente es el principio de una sociedad multicultural. Hoy son los símbolos religiosos, los pañuelos, y tendrá que seguir la legalización, a lo menos parcial, de la poligamia. De no hacerlo se nos podrá acusar de desculturizadores.
El problema de las culturas radicalmente diferentes sobre el mismo territorio es grave. No hay que olvidar la expulsión de los moriscos, por parte nuestra, y por su parte el "barrido" total de las culturas en los territorios que conquistaron de Indonesia a África del Norte salvo el caso parcial de los bereberes.
Es un asunto que hay que pensar y repensar con seriedad. Nos lo están diciendo los hijos e hijas de Mustafá.
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