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Antonio López Campillo

La técnica del avestruz

Se dice que "ojos que no ven, corazón que no siente", es posible que aplicado a los asuntos del corazón sea verdad, pero también se podría decir "ojos que no ven, batacazo que te pegas" para el resto de las cosas de la vida. Para evitar darse golpes o caer se han inventado las gafas y el deseo, natural, de los humanos de conocer su entorno permite a los oculistas vivir decentemente.

En política la técnica del avestruz puede ser adoptada para evitar lo que se supone males mayores, pero suele acabar mal. Con los atentados del 11 de septiembre, parece que los gobiernos occidentales tratan de circunscribir el origen del mal a un mínimo. El mal es obra de un inteligente malvado y un puñado de hombres fanatizados por él; ha sido capaz de crear una red mundial de terroristas y realizar actos que han aterrorizado al mundo, gracias a que poseía una fortuna de 300 o 400 millones de dólares sufría con los que sufrían (de sus mismas ideas).

Los puntos flojos de esta explicación son, al parecer, que esa cantidad de dinero es frecuente en las estafas del mundo occidental, y que si nos parecen grandes a la mayoría de los ciudadanos es debido a lo débil de nuestros ingresos; es una cantidad ridícula, ya que si todo lo hecho se ha logrado a fuerza de dinero, este debería estar agotado. Tiene que haber unas fuentes de ingresos que funcionen de un modo permanente y de mayores dimensiones. Otro punto flojo es que en el resto del mundo hay docenas de comportamientos terroristas de la misma tonalidad doctrinal. Argelia, Filipinas, Indonesia y un largo etcétera son ejemplos de la generalidad de ese tipo de terrorismo. Demasiados, por su extensión, intensidad y diversidad geográfica para que basten 400 millones de dólares. Ben Laden, a pesar de su luenga barba, se queda corto para establecer una red tan extensa.

Hay algo en el mundo que es más potente que los millones de dólares: la solidaridad. Ben Laden y los otros terroristas citados son musulmanes y hay en el mundo más de mil millones de musulmanes, que sin ser terroristas pueden sentirse solidarios con otros musulmanes que ellos si lo son, aunque no se lo digan. Es una solidaridad como la que existe entre individuos del mismo pueblo, la misma nacionalidad, ideología o creencia religiosa. Es esa solidaridad, en principio inocente, la que ha permitido en buena parte el funcionamiento de los grupos terroristas.

No cabe duda que existe una cierta relación entre lo sucedido el 11 de septiembre y el Islam. Son índices que señalan en esa dirección el que las declaraciones de ben Laden tengan un contenido exclusivamente islámico, que tanto el Gobierno norteamericano como sus aliados traten de "neutralizar" fundamentalmente a los países musulmanes. Y sólo buscan ayuda en los otros. La tonalidad islámica de este terrorismo es lo que hace andar con tiento a los occidentales. De hecho se ha declarado la guerra a un gobierno musulmán, el de Afganistan, y por eso se trata de que este gesto no aparezca como el inicio de una guerra de religión. Se tapa, púdicamente, el aspecto religioso del conflicto actual, como se hizo en los de Bosnia y Kosovo. Ahora parece más difícil que este "cubrimiento" funcione dadas las declaraciones últimas de ben Laden y sus aliados llamando a la guerra santa, que por desgracia también puede ser sucia.

El riesgo es grande y probablemente la técnica del avestruz no sea la más adecuada.

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