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Antonio López Campillo

Las formas delatan el fondo

Hay que respetar las ideas y creencias de los otros, pero para lograrlo con dignidad hay que comenzar por respetar sus propias ideas y creencias, por aquello de "amarás a tu prójimo como a ti mismo".

Se pueden clasificar los humanos y sus organizaciones en dos grandes grupos: los que tienen a la moral como algo más importante que el protocolo, y los que creen que el protocolo está por encima de la moral.

La visita del presidente iraní Jatamí ha actuado como un reactivo, ya que pone de relieve la solidez y textura moral de la administración española. Sin duda, la visita del presidente Jatamí puede generar la expectativa de que nos comprará algo de la producción nacional: ordenadores o botijos, lo que es seguro es que no comprarán porrones. Esta esperanza comercial obliga a adecuar el protocolo para no ofender las creencias del posible comprador. Así, como Jatamí tiene una religión que le impide beber alcohol, éste ha exigido que no aparezcan botellas o recipientes con vino en la mesa cuando se le invite a comer. Resultado: todos los otros comensales quedan reducidos al estado de abstemios; la Administración española ha decidido prohibir el vino en las comidas protocolarias en las que aparezca el ayatolá. Y justifica moralmente esta medida recordando que cuando un visitante extranjero dice que está sometido a un régimen vegetariano, no se le sirve carne. Bien.

Pero el ayatolá Jatamí podría haber exigido, además, que las mujeres que asistan a las comidas lleven la cabeza cubierta, y no tener que dar la mano a ninguna mujer, ya que son seres impuros. En este caso las posibles "impuras" son la Reina y la ministra de Asuntos Exteriores Ana Palacio. Exigencia aceptada, pues no faltaba más.

Esta visita del ayatolá es muy importante, ya que nos permite evaluar la importancia y respetabilidad de muchas cosas nuestras; por ejemplo, hoy sabemos que la Constitución Española vale menos que las creencias de un ministro iraní. Dice la Constitución en el articulo 14 que no puede prevalecer discriminación alguna por razón de sexo. Ahora habría que añadir a ese articulo 14: "salvo si nos visita un musulmán, en cuyo caso las mujeres han de ser consideradas, protocolariamente al menos, como seres impuros". O bien que el protocolo, en el caso de visitas de autoridades musulmanas, se sustituyen las comidas y las cenas por una taza de café servida por varones puros y con la asistencia sólo hombres. Y lo que es más importante, nombrar siempre como ministros de Asuntos Exteriores únicamente a hombres.

Esta visita de un mulá nos demuestra que hay culturas que son "disyuntivas", que no pueden funcionar juntas. O bien la una, o bien la otra. En este caso, nuestra cultura occidental, la heleno-judeo-cristiana, no es compatible con la Islámica. Pero esta visita también nos indica, que las autoridades españolas son de una tolerancia sin límites, (para las ideas y valores de los otros).

Hay que dar gracias a Allah, el Compasivo, el Misericordioso, de que no tengamos relaciones internacionales con países que practiquen el canibalismo.

En España

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