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Antonio López Campillo

¡No corráis, que es peor!

Uno de los argumentos empleados por los pacifistas actuales, de todos los países, recuerda la frase del cojo cuando se escapó el toro y todos salían corriendo. Al aconsejar al enemigo que deje de hacer lo que hace, pues es contrario a sus intereses, están haciendo dos cosas: la primera resulta que se pone al servicio del enemigo, y la segunda trata de mostrar que es tonto. En realidad, lo que están mostrando es que no saben atacar al enemigo de un modo eficaz, y que este está actuando de un modo efectivo; y, no pudiendo frenarle, le aconsejan que, por su bien, cambie de táctica. El consejo, que al pretender demostrar que el enemigo es un tarado, muestra la debilidad estratégica del argumentador.

El asunto del Irak nos muestra de un modo evidente lo que vale el "método del no corráis”. Los pacifistas aconsejan a los belicistas que no ataquen al Irak, pues tal acción puede desestabilizar la región, y eso tendría consecuencias graves para el mundo. Considerando las cosas en detalle, resulta que la región, es decir, los países musulmanes, están ya desestabilizados, sin necesidad de un desestabilizador exterior.

Prácticamente todos los estados de la región están sometidos a una presión interior por parte de los islamistas de cada país. Esos gobiernos saben que se les viene encima una avalancha de fe religiosa, musulmana, que implica el abandono de las reglas de funcionamiento actual. Los gobiernos de Arabia Saudita y de los emiratos se sostienen por ayudar a sus respectivos movimientos islamistas, para evitar que los desplacen en el poder. Estos movimientos han crecido rápidamente, ya que implican un renacer de la ortodoxia religiosa, que a su vez regula de un modo verdaderamente musulmán la vida de los creyentes. El volver popular a los fundamentos de la fe, pone en evidencia a los gobiernos que se han alejado de la saria por el deseo de imitar a occidente y ser así aceptables por el mundo desarrollado. Hoy el menor movimiento, interno o externo, puede hacerles saltar. Esa es la raíz de la inestabilidad de la región.

Lo más probable es que un ataque a Irak, conduzca a la caída de casi todos los gobiernos musulmanes, hagan estos lo que hagan: ponerse junto Irak o en contra en caso de conflicto. Esto significa que esos gobiernos no representan realmente a sus pueblos, lo que debilita todas sus acciones, y además no son, técnicamente hablando, una amenaza para nadie. Su poder reside en el petróleo. Este es un arma, pero también una mercancía, lo que le debilita como arma. El mundo occidental necesita petróleo para funcionar, pero no hay que olvidar que los países productores necesitan venderlo para simplemente poder seguir viviendo.

Cuentan que en un país el único tejedor decidió subir el precio del tejido para enriquecerse, y más tarde, cuando fue a comprar ropa resultó que era mucho más cara que antes de que él subiera el precio de los tejidos.

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