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Antonio López Campillo

Sostenerla y no enmendarla

Sostenerla y no enmendarla, ese parece ser el pensamiento que guía a los elaboradores de la Europa Unida. Tenemos un euro que oscila en función, fundamentalmente, del dólar, más que por la evolución de la economía y la política de los países europeos. En Alemania, hay una corriente de opinión popular en contra de la adopción prematura de la moneda única, corriente de opinión suficientemente fuerte para inquietar a Schröder. En Francia el euroescepticismo existe, pero en un grado inferior al alemán. De Inglaterra, vale más no hablar. Y en España, en lugar de euroescepticismo, lo que predomina es una euroignorancia magistral. Y esto no sólo sucede entre las masas populares, como se decía antes.

A medida que Europa Unida (digo esto de Europa Unida porque me recuerda a eso de Izquierda Unida), que fue un proyecto ambicioso y lleno de buenas intenciones, y que tal como ha acabado debería hacernos pensar que los proyectos llenos de buenas y bonitas intenciones no suelen ser baratos. A medida que EU crece, por el momento por vía extensiva y no intensiva, parece como si se fuera descomponiendo. Una EU de 27 componentes es de difícil comprensión. Da la impresión, surrealista, que no les basta con siete u ocho lenguas, un añadido de tres o cuatro, favorecería la construcción de la Torre de Babel-Bruselas. Una Europa federal, confederal, totalmente unida, con un gobierno central o una Comisión, una Constitución u otra cosa; nadie sabe, no ya lo que va a suceder, ni lo que se proponen hacer.

Una Unión Europea es, seguramente, una necesidad, una Europa Unida, no. La falta de control democrático de las instituciones europeas ha conducido a la situación actual. La crisis de las instituciones europeas actuales nos está diciendo que la unión no marcha, que la mayonesa no ha prendido, esta "cortada", y en lugar de repensar el cómo afianzar lo existente, consolidar lo que se está haciendo, explicar a los ciudadanos de los países europeos los proyectos e invitarles a aportar con sus críticas mejoras, nos salen con otra ampliación territorial.

Parece como si los "dirigentes" europeos creyesen que con más población y más superficie, mayor riqueza. Hay una experiencia real que parece contradecir tal opción expansionista, "extensivista": la reunificación de las dos Alemanias. Su resultado ha sido un crecimiento del paro, un freno para la economía alemana y un euroescepticismo creciente. Esta extensión territorial de Europa, que es lo que ha sido la reunificación alemana, no ha favorecido a la Unión Europea.

Número de habitantes, kilómetros cuadrados, son magnitudes que hay que modular con factores: nivel tecnológico de la población, grado de formación y experiencia democrática de la misma, infraestructuras de las comunicaciones, tanto físicas cómo intelectuales, sistema educativo y muchos otros factores. Dan la impresión, los eurorresponsables, de que saben sumar y restar, pero no integrar.

Lo inquietante es que se implante el euro y al mismo tiempo se descomponga aún más la Unión Europea, por "dilución". Salvar la Unión Europea actual es la tarea urgente, hacer la Europa Unida, no. Hay que evitar eso de que "Procure siempre acertarla…", y se pase al viejo sistema de "ensayo, error".

Merecería la pena obtener unos créditos para que los "eurocratas" fueran de vacaciones a algún sitio con paisajes amplios, mar o montaña y alli dejarles pensar.. Hay que sacarles de esa Torre de Babel, para que puedan reflexionar, cada uno en su lengua. Y en paz.

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