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Antonio López Campillo

¿Xenofobia o racismo?

En los media de toda Europa se habla del brote de xenofobia en el continente. Se dan multitud de razones: crisis económica, separación de los dirigentes políticos del pueblo, el paro, la inseguridad… pero raramente se dice cuál es el efecto de la inmigración masiva en la emergencia de este fenómeno. Es curioso que allí donde el fenómeno es más aparente, se ha reflejado en las elecciones. En Holanda, son las capas más desfavorecidas las más xenófobas y son los inmigrantes más antiguos los que defienden el cierre de fronteras con mayor energía.

La mayor parte de los analistas consideran que ha habido un renacer de la "palabra xenófoba". Comentan el crecimiento o el resurgir de partidos de extrema derecha, caso de Francia, donde el partido de Le Pen estaba dormido y ha hecho una aparición espectacular en las últimas elecciones presidenciales, alcanzando casi el 20% de los votos. Y en Holanda, ha sido la sorpresa del partido del líder asesinado, que defendía el "ya somos bastantes". Estos comentaristas creen que las "ideas" son las que conforman el mundo social, cuando más bien son las estructuras y los fenómenos sociales los que hacen surgir las "ideas".

En los países donde el fenómeno es más evidente, caso de Francia y Holanda, pues con motivo de las elecciones ha irrumpido con estruendo en los media, se han realizado encuestas sobre el tema. En el país vecino es donde ha habido un mayor trabajo de exploración social. Los resultados, muy semejantes a los que se deducen de los estudios holandeses, indican que la xenofobia, donde esta más extendida y donde se proclama más abiertamente, es entre los jóvenes de todos los niveles sociales; y en particular, entre los estudiantes, seguidos de los obreros y los emigrantes llegados hace años y ya integrados.

Lo curioso, y lo que escandaliza a los comentaristas, es que esa xenofobia es selectiva: los rechazados por la mayoría son los "árabes", no se han detectado referencias al color de la piel de los inmigrantes en los comentarios "xenófobos". Esta "selectividad" parece indicar que lo que se rechaza son modos de vivir, es decir, comportamientos culturales. El termino "árabe" implica musulmán, cualquiera que sea el país de origen del inmigrante.

Esto indica, sin duda, que esta xenofobia no es de tipo racista, es cultural. Y esto plantea problemas nuevos. Primero en su estudio. De ser racista nos encontraríamos ante un fenómeno político, de doctrinas de corte nazi, y esto se sabe como combatirlo. Si no es así, es que se trata fundamentalmente de un fenómeno social mucho más serio, y que hay que abordar de otro modo.

Los que califican al holandés Fortuyn de racista tratan de ocultar el carácter cultural de ese rechazo social y masivo del otro. No se les rechaza, cosa que pasa, por ser extranjeros, es por tener una cultura que la experiencia cotidiana de los ciudadanos siente como diferente e inasimilable. Es que la base de la cultura de los "árabes" es una fe religiosa estricta y excluyente, vivida por los fieles con fervor, pues es el eje de su vivir de todos los días. Es una fe religiosa que es al mismo tiempo su identidad.

La xenofobia hoy, en Europa, tiene, mayormente, un componente cultural: es el resultado experimental de los ciudadanos, de un frotarse de dos culturas que, por los hechos de cada día, les parecen inconciliables.

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