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Antonio Robles

El Ministerio Plurinacional

Es preciso desenmascarar tanta mentalidad intervencionista con tintes totalitarios.

Basta ponerle una palabra al empeño para forzar la realidad deseada. O eso es lo que Pablo Iglesias y el cónclave dirigente de Podemos pretenden.

No son originales, es la táctica más utilizada por el nacionalismo en su afán por adoctrinar a las sociedades que gobierna. Con un detalle que retrata a unos y otros: la propuesta de un Ministerio de la Plurinacionalidad es la consecuencia de una excesiva exposición al victimismo nacionalista y la escasa autoestima por una España constitucional que confunden con el pasado franquista. Esa inconsistencia de Pablo y sus compis de la uni les impide apreciar la sonrisa burlona de los nacionalistas satisfechos de comprobar cómo el efecto rinde mayor crédito en manos de los advenedizos españoles con ínfulas revolucionarias que en las propias.

Son largos, están bregados en la limpieza del pasado y la recreación del presente, y ahora se deleitan satisfechos de que una hornada de jóvenes advenedizos, sobrados y escasamente advertidos del trastero nacionalista les tomen el relevo para continuar la labor pedagógica que adoctrine al resto de españoles en la plurinacionalidad. Qué gran sistema para lograr imponer primero la nación como realidad histórica, y después la consecuencia de tal evidencia: por este orden, primero la nación cultural, después la soberanía, finalmente la independencia. De salida, el nombre desautoriza a España como Estado unitario, y legitima la confederación de naciones culturales. Y lo que sigue, ya saben, "a toda nación le corresponde un Estado", el lema del nacionalismo mil veces repetido sigue siendo falso, pero tremendamente eficaz. Da lo mismo, lo que importa es que una generación de ciudadanos españoles crédulos se incorporen a las emociones del plurinacionalismo aprovechando el discurso social de Podemos.

Este es uno de tantos disparates propuestos por Pablo Iglesias a Pedro Sánchez. Yo he elegido éste no por ser el más importante, sino por ser el más evidente para desenmascarar su inconsistencia como partido y para denunciar su afán desmedido en el control de la gente. Los jueces denunciaron alarmados sus propuestas. Amenazaban la separación de poderes. Han rectificado, pero ya nos han advertido por dónde van sus intenciones. Todos nos hemos frotado los ojos al ver las atribuciones que se otorgaba Pablo, Pablito, Palote como vicepresidente. Sin cortarse un pelo reducía al presidente a subalterno y se adjudicaba los medios para controlar y manipular cualquier información desde el Estado: CNI, CIS, BOE, RTVE, una secretaría de Estado para dirigir una policía política… Instrumentos todos susceptibles de ser utilizados para modelar la sociedad al gusto. Como el Ministerio de la Plurinacionalidad.

Es preciso desenmascarar tanta mentalidad intervencionista con tintes totalitarios. Buscan un ministerio madraza para convertir las pequeñas diferencias en diferencias irreconciliables. Esta técnica la pusieron en marcha los nacionalistas vascos y catalanes a través de las consejerías de educación y cultura, la escuela y sus medios de comunicación públicos nada más llegaron al poder.

Dirán que es para reconocer la realidad histórica, la realidad plural de España, eso que Zapatero consagró con "una nación de naciones". En Cataluña, ni eso reconocen, porque le otorgan el nombre de nación a sí misma sin serlo, pero despojan a España siéndolo.

Es el mismo recorrido que se inició con el concepto de normalización lingüística en Cataluña para recrear una sociedad monolingüe. ¡Es tan aburrido asistir al mismo truco! El honorable Carles Puigdemont utilizaba ayer el concepto de acción exterior para zafarse del de Ministerio de Asuntos Exteriores, suspendido por el TC y con el que Raül Romeva se ha presentado en la UE. Él y su Gobierno ya han dejado claro que les importa un pito el TC. La hazaña la enmascaran con palabras amañadas para zafarse de la evidencia: una Ley de Acción Exterior aprobada por el Parlamento catalán les servirá de parapeto. Te violo, pero diré que solo pasaba por ahí. ¿Nos habrán tomado por estúpidos, o realmente lo somos por consentirlo?

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