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Armando Añel

El teléfono rojo de Bagdad

Inspectores de Naciones Unidas andan de inspección por Irak. Llevan consigo un teléfono rojo. Éste les serviría para comunicarse con el Gobierno iraquí en caso de que encontraran obstáculos en el cumplimiento de su tarea, que es la de intentar descubrir si Sadam Hussein fabrica, o no, armas de destrucción masiva. Biológicas, nucleares, tóxicas, nocivas. Cuando se les viene encima alguna dificultad, llaman al susodicho —a ése que pretenden descubrir con las manos, o no, en la masa— por teléfono rojo: le piden, por favor, les deje ver esto o revisar aquello. Y Sadam los complace… ¿sí o no?

Los inspectores de la ONU se disponían a examinar un laboratorio del Ministerio de Salud iraquí cuando, sorprendentemente, descubrieron que estaba cerrado. De narices ante la instalación —que no había sido inspeccionada por sus anteriores colegas, los cuales abandonaron Bagdad en 1998—, los expertos sellaron las puertas para que sólo pudieran ser abiertas en su presencia. Y echaron mano al teléfono rojo. "El teléfono rojo fue utilizado y acudimos de inmediato para resolver el asunto", confesaría más tarde el jefe de la Comisión Nacional de Coordinación iraquí con los especialistas en desarme de Naciones Unidas, general Husain Mohamed Amin. Según revelaron a la agencia EFE fuentes del Gobierno que prefirieron guardar el anonimato, el laboratorio se encontraba clausurado por ser viernes, día festivo en el Islam y jornada en que, usualmente, los técnicos internacionales se habían abstenido de trabajar. También de llamar por el teléfono rojo.

En definitiva, no sólo Amin se mostró conciliador. El director en Bagdad de la Comisión de Control, Inspección y Verificación de la ONU (UNMOVIC), Miroslav Gregoric, minimizó "el problema", aunque aseguró no renunciaría a registrar el edificio, supuestamente especializado en la producción de vacunas contra enfermedades contagiosas.

El viernes pasado, el director de la UNMOVIC, Hans Blix, pidió a Bagdad un listado de los expertos iraquíes que habían trabajado en programas para el desarrollo de armas de destrucción masiva prohibidas a Irak tras la Guerra del Golfo Pérsico. Sadam aún no se la ha facilitado. El pasado domingo, los expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) interrogaron a los técnicos de una empresa consagrada a la producción de cristales y materiales cerámicos, "algunos de ellos relacionados con el antiguo programa nuclear", otra vez según las fuentes. Y tras el examen al palacio presidencial Sojoud, un comunicado oficial del Ministerio de Exteriores expresaba el temor de que la visita a esa residencia fuera "el principio de unos malos modos destinados a restablecer el ambiente de tensión en las relaciones entre los equipos de inspección e Irak". "¿Qué clase de armas buscaban y qué encontraron?", fue la pregunta de los responsables iraquíes en el comunicado, en el que pidieron a los expertos de la ONU que conservaran "su neutralidad, ya que se enfrentan con una seria prueba para su credibilidad y han de demostrar su compromiso de profesionalidad, objetividad y respeto de la Carta de Naciones Unidas". Parece que hay problemas con el teléfono rojo.

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