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Asaf Romirowsky

En la dirección idónea

Este "derecho" depende explícitamente de alcanzar la paz, y ha crecido progresivamente hasta convertirse en un "derecho de retorno" incondicional para todos los refugiados y todos sus descendientes, que van ya por la tercera o cuarta generación.

Una de las ideas centrales de la sociedad palestina es que en algún punto se producirá un retorno total al territorio que consideran "Palestina", es decir, el moderno Estado de Israel. Su esperanza y exigencias se originan en la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que data de diciembre de 1948 y reza "los refugiados que deseen volver a sus casas y vivir en paz con sus vecinos deberían poder hacerlo cuanto antes". Este "derecho" depende explícitamente de alcanzar la paz, y ha crecido progresivamente hasta convertirse en un "derecho de retorno" incondicional para todos los refugiados y todos sus descendientes, que van ya por la tercera o cuarta generación.

El "derecho de retorno" es, en el fondo, el rechazo a cualquier derecho judío a tener soberanía. Pero está de moda disfrazar esta realidad en términos más apetecibles, incluyendo la improbable insinuación de que en realidad, el Retorno de los palestinos no destruye la mayoría demográfica judía del Estado de Israel.

Públicamente, la UNRWA define al refugiado palestino como cualquiera cuya "residencia normal fuera Palestina durante el periodo comprendido entre el 1 de junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948, y que perdió tanto su residencia como su sustento producto del conflicto de 1948". En realidad la UNRWA ha ampliado de forma continua la definición para abarcar a "los hijos o nietos de esos refugiados que tienen derecho a la ayuda de la agencia si (a) se registran en la UNRWA, (b) residen en el área de operaciones de la UNRWA, y (c) atraviesan momentos de necesidad". El cálculo más aproximado dice que alrededor de 700.000 palestinos se convirtieron en refugiados en 1948-1949. Según la versión de la UNRWA, sin embargo, virtualmente todo palestino nacido desde entonces también es refugiado. Esa cifra es ahora de millones.

Esto carece de cualquier precedente en la historia de las crisis con refugiados de la humanidad. En ninguna otra situación un colectivo ha visto ampliado su estatus de forma continua hasta abarcar a las generaciones posteriores a lo largo de un período de décadas. El resultado de este proceso de 60 años es que los incentivos para que los refugiados se asienten en los países árabes o en cualquier otra parte son mínimos, dado que la propia UNRWA no cierra nunca sus operaciones. Se espera que el contribuyente occidental desembolse de forma indefinida el dinero, o por lo menos hasta que la Asamblea General de las Naciones Unidas declare resuelto el problema.

En esto interviene el senador Republicano de Illinois Mark Kirk, que ha presentado modificaciones a una legislación que limita la cifra de refugiados palestinos de Oriente Próximo, maniobra que redunda en un cambio de situación para millones de palestinos. El lenguaje de Kirk marca una serie más exacta de definiciones para la ayuda estadounidense a la UNRWA, que habrá que especificar en el Memorando de Trabajo de la organización. El borrador de la enmienda reza que "un refugiado palestino se define como una persona cuyo lugar de residencia fue Palestina entre junio de 1946 y mayo de 1948, personalmente desplazado como resultado de los conflictos árabes-israelíes de 1948 o 1967, y que no residiendo en la actualidad ni en Cisjordania y en Gaza, no es ciudadano de ningún estado". El estatus de refugiado deja por tanto de heredarse de padres a hijos, por lo menos si la UNRWA quiere seguir recibiendo financiación estadounidense.

El 24 de mayo, el Comité de Asignaciones del Senado estadounidense aprobaba de manera unánime la llamada Enmienda Kirk como parte de los 52.100 millones de dólares de la asignación destinada a operaciones en el extranjero y el Departamento de Estado para el ejercicio 2013. Es importante comprender que Kirk y los demás no están pidiendo la desaparición, y ni siquiera la reducción, de las ayudas a los que dicen ser refugiados pero en la práctica pueden no serlo. A nivel práctico, el proyecto de ley simplemente cuestiona la naturaleza consuetudinaria de los refugiados palestinos y, por tanto, de la principal audiencia de la UNRWA.

Kirk y los demás deberían ser elogiados por sus sinceros esfuerzos para abordar uno de los principales ingredientes que garantizan y agravan el conflicto palestino-israelí. Es la UNRWA quien defiende la realidad sin cambios de que los palestinos están ocupados a perpetuidad. La UNRWA afirma que su servicio dejará de ser necesario cuando se encuentre solución al conflicto palestino-israelí. He aquí una oportunidad de avanzar en esa dirección, no apoyada en los intereses de la organización sino más bien en los de aquellos a los que atiende.

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