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Aurelio Alonso Cortés

Ejército y eclipse... de España

El Ejército por oficio parece no ver, no oír y no hablar. Hay pues que felicitar al General Roldán por romper el silencio aunque sea con obviedades

El lunes, en el acreditado Foro de la Nueva Sociedad, el General Sanz Roldán Jefe de Estado Mayor de la Defensa –JEMAD– iniciaba su intervención sobre “modernización de las Fuerzas Armadas” aludiendo al acontecimiento del día, es decir al eclipse de sol. Se centró en los cambios en el Ejército y despachó como pudo las preguntas de los periodistas, en especial las de “grueso calibre”. Hubo un lleno. Lógico dadas las expectativas creadas por quien, el pasado año, fue ascendido en poco más de un mes desde Teniente General de 3 estrellas a General del Ejército de 4.
 
Según él hay que cambiar el Ejército. “Aunque haya ya cambiado demasiadas veces las reformas han sido todavía insuficientes”. Anunció disolución de unidades, sustitución de armamento pesado por ligero y aumento de aviones de transporte con preferencia a tener más cazas. Todo dentro de un cambio de procedimientos, estructuras e incluso cultura y doctrina militar orientándola a misiones en todo el mundo, desde Afganistán hasta Haití, pasando por Ceuta y Melilla.
 
Lo de corregir la endémica escasez de soldados voluntarios fue reenviado “ad calendas graecas” ya que los Estados Unidos habían tardado 15 años en resolverla, y nosotros andamos aún por el tercer año de Ejército profesional. Y eso que aquí se han rebajado “las necesidades” a sólo 89.000 soldados y 43.000 mandos, o séase que tocan a dos soldados por barba. ¿Es ésta la “productividad” tomada, según Sanz Roldan, de la empresa privada bajo el lema de “hay que cambiar el tamaño por la calidad”?.
 
Tanto anuncio de cambio me recordaba decenas de dichos del refranero español sobre la fugacidad de todo lo mutable: “Lo que hoy parece, mañana perece”, y el que lamenta que “Ya los muertos no son nuestros, ni los vivos buenos amigos”.
 
Al final llegó la esperada pregunta sobre Ejército, Estatut, y nación catalana. ¡Esto si es un cambio radical, casi un golpe! ¿Cómo cumplir, si llegara el caso, la misión que el artículo 8º de la Constitución encomienda a las Fuerzas Armadas en defensa de la integridad territorial de España? Sin excederse parafraseó así el texto constitucional: “existe gran interés entre los militares en que España siga siendo patria común e indivisible de todos los españoles". Y añadió que, a pesar de los "límites" que su cargo le impone, podía afirmar que "la unidad de España es una preocupación, como es lógico, para los militares".
 
Y ya ha habido reacciones. Para el dinamitero Carod es una “injerencia” en el Estado de Derecho mientras Bono –coincidiendo en esto con Trillo– se sorprende de que alguien se sorprenda de “leérsele la Constitución”. Para Montilla es una “obviedad”. Y en mi opinión el General artillero quedó corto en el tiro ya que se le inquiría por “el cómo” defender la patria común, conocida su muy larga experiencia en el Ministerio a cargo de la llamada “política militar”.
 
Antes, en otras cuestiones de grueso calibre como la negociación con la banda etarra, había invocado las “limitaciones” de su cargo y las Ordenanzas militares para no contestar aunque “si había expresado su opinión sólo a quien la tiene que conocer”. He aquí donde radica el verdadero riesgo. Según la Ley Orgánica de la Defensa, corresponde al Presidente del Gobierno “la autoridad para ordenar, coordinar y dirigir la actuación de las Fuerzas Armadas así como disponer su empleo”. ¿Es concebible que el comandante Zapatero garantice militarmente la unidad de España siendo responsable del proyecto de “Estatut”?
 
El Ejércitopor oficioparece no ver, no oír y no hablar. Hay pues que felicitar al General Roldán por romper el silencio aunque sea con obviedades. Más preocupante es silencio de quienes tienen la obligación de hablar. El de tantas instituciones y empresarios que, como la CEOE por ejemplo, no dicen esta boca es mía. España, hoy eclipsada como el lunes lo estuvo el sol, puede desaparecer. Y luego... a llorar por la unidad de mercado.

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