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Aurelio Alonso Cortés

Los trileros

Don Mariano –quizá por no ser político profesional– no parece todavía darse cuenta de que desde el 11-M todas las operaciones de Rodríguez tienen como finalidad destruir al PP para implantar el pensamiento único en lo que quede de España.

Se ha aprobado el Estatuto de Cataluña por el frente nazionalsocialista con el voto en contra del PP acompañado, paradójicamente, de ERC y EA. Voto coherente el del partido de la oposición aunque inexplicable en los separatistas republicanos. Les sabe a poco la declaración de nación en el preámbulo, prólogo por cierto de la escisión de España. ¿Pues que esperaban? ¿La entronización de la III República? Camino vamos.

Cuando algunos españoles pronosticábamos una moción de censura –al menos testimonial pero digna, y estratégicamente rentable– comparece Rajoy a la llamada de Rodriguez el martes 28, martes negropara la historia. Se ha dejado seducir por la Moncloa. No espere haberlo compensado con su brillante intervención en el debate parlamentario del Estatut. Está ya uncido al carro de Rodríguez, y perdónenme quienes llevan tan honesto apellido. Es la séptima vez que le engañan. Esta vez con elogios y al socaire de una supuesta tregua o paz, en una guerra que no existe pero que los trileros monclovitas pasan de un cubilete a otro con sus alargados dedos. ¿Es la paz de la indulgencia o más bien merecen cárcel los asesinos, según el Código penal del Estado de Derecho?

¿Quién o quienes fuerzan a Don Mariano en la calle Génova a esta postura acomodaticia, nada coincidente con las sufridoras bases de votantes sumidos, por ello, en la angustia? ¿Creen los genovistas que así recuperarán el centro del "espectro político"? Espectro en la acepción del diccionario es "un fantasma, por lo común horrible, que se representa a los ojos o en la fantasía". Y para que no extrañe le han trazado unas "líneas rojas" por las que no pasarán y que recuerdan al Madrid sitiado. ¿No las trazó también el PP cuando empezó lo del Estatut? ¿Y qué ha pasado?

Rodríguez ya le ha pagado a don Mariano la letra que vencía a los dos días del encierro del martes monclovita. Le ha pagado con su más que descortés ausencia y la de la mayor parte de ministros y diputados socialistas coincidiendo con su primera y rutilante discurso en el pleno del Congreso que ha aprobado el Estatut. Una alocución tempranera a las nueve de la mañana que no ha podido siquiera escuchar la juventud que estaba trabajando; la que sin embargo se enterará por este periódico digital en el PC de la empresa. Más que bofetada a don Mariano ha sido un escarnio a los españoles el que en el debate parlamentario más trascendental desde 1978, el banco del Gobierno en lugar de por Rodríguez estuviera presidido por la modelo de Carolina Herrera y algún otro modisto mencionado en el show room de este digital. Lo que importaba a Rodríguez era desagraviar con una foto a Maragall, tomada con él, a escondidas, tras el escenario.

Don Mariano –quizá por no ser político profesional– no parece todavía darse cuenta de que desde el 11-M todas las operaciones de Rodríguez tienen como finalidad destruir al PP para implantar el pensamiento único en lo que quede de España. ¿No percibe que sus votantes sintonizan otra onda? La de creer que están íntimamente unidos y programados un paquete de hechos: la matanza de Atocha, ETA, Perpiñán, el Estatut, y lo del próximo "estatuto-plan Ibarreche". ¿Qué votos espera ganar Rajoy con su llamémoslo despiste? ¿Los viscerales de quienes votan "socialista de toda la vida"? ¿O los de los diez grandes capitalistas y mil rentistas que han estado siempre al sol que más calienta? Le aconsejo que dirija sus esfuerzos a la clase media que percibe sueldo –algunos alto, pero sueldo–, a los pensionistas cuyas pensiones no se podrán pagar el 2010 según los expertos, y a los jóvenes pendientes de empleo o con empleo precario. Que nadie siga calificando ni de derechas ni conservadores a quienes siendo multitud bien poco tienen que conservar como no sea su sueldo o pensión.

El pueblo soberano está abrumado por tan extraña situación política, con apariencia de inevitable. Y no se olvide que está por encima de la Constitución y del Rey en cuanto tiene el poder de cambiarla. Juan Español –un mote que antes honraba– se pregunta invariablemente "qué va a pasar" y coincide en que los políticos son una calamidad, sean del partido que sean. Mientras, algún militar pudiera estar deshojando la margarita del artículo octavo.

Una parte de ciudadanos sufre el síndrome de Estocolmo, o del prisionero, y llega encariñarse con verdugos y dinamiteros. Y otra, la más importante, es ese Juan Español que sigue los acontecimientos por radio como si estuviera en un 23-F permanente. Hoy estas radios "se la juegan" con sentido de Estado. Como la 95,1 FM en su programa "Más se perdió en Cuba", que cuenta con humor las verdades del barquero. O las radios de los diales 999, 954 y 918 de Onda Media. También Juan Español lee ávidamente un conjunto de periódicos digitales que, como éste de Libertad Digital, nunca podrán cerrar porque Internet es inabordable. ¡Buen trabajo tiene por delante la censura zapateril!

En la mesa del trilero lo que se ve, nunca es lo que se cree ver ni lo que parece. Y el ambiente contribuye al engaño. Alrededor hay un coro que participa en las "ganancias" del coche oficial. Y a veces algo alejados, personas de alto copete, o al menos encorbatadas, actúan de gancho para que se trague "lo de la tregua". Pudieran ser el Fiscal del Reino o aquel que dijo lo de "hablando se entiende la gente".

Aléjese Rajoy de los trileros. Y pida –como se comprometió al recoger firmas– la reforma de la Constitución para a continuación ajustar a ella, retroactivamente, los estatutos que como el catalán se hayan salido de madre. Ya.

En España

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