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Cuestión de altura

"No se puede usar el inmenso poder que los ciudadanos depositan en un Parlamento para deslegitimar la actuación profesional de unos jueces".Francisco Guitérrez López, magistrado del FJI.

Francisco Guitérrez López, magistrado del Foro Judicial Independiente.

Hace unos días en las Cortes de Castilla la Mancha se debatió una propuesta relacionada con un auto dictado en el procedimiento penal que investiga el incendio acaecido en Guadalajara en 2005 en el que hubo 11 fallecidos.

En el debate el portavoz del PSOE criticó la actuación profesional de la juez instructora y la ex presidenta de la Audiencia Provincial, achacándoles, por supuesto sin ánimo de presionar ni deslegitimar, ser algo más que las madres espirituales de un proceso que, en su opinión, sin justificación jurídica alguna se ha dirigido tendenciosamente contra algunos responsables políticos del partido que gobierna la CCAA.

A éstas alturas de la democracia debería resultar tan innecesario explicar el derecho que asiste a todo ciudadano a criticar las resoluciones judiciales, como que en un estado de Derecho resulta esencial que subsistan y se defiendan a ultranza los principios de separación de poderes y de independencia judicial .

Resulta incuestionable que se pueden criticar, incluso recurrir, las decisiones judiciales, pero no se puede usar el inmenso poder que los ciudadanos depositan en un Parlamento para deslegitimar la actuación profesional de unos jueces (y de paso presionarlos), imputándole unos hechos muy graves que ponen en duda su recto proceder profesional, simplemente porque es el recurso más eficiente y cómodo para defender a toda costa sus intereses partidistas. Desgraciadamente, es un proceder que se extiende en el debate político sin freno eficaz que lo evite.

Mientras tanto, el Consejo General del Poder Judicial, que es el responsable de velar por la independencia de los jueces, calla, como siempre. Haciendo uso de esa equidistancia ente partes enfrentadas que tanto daño hace al equiparar a agresores y víctimas.

Contrasta este proceder con la reciente reacción de la NBA, que sancionó fulminantemente el entrenador de los Lakers de los Angeles y al propio equipo con 50.000 $ por las críticas que vertieron contra la actuación de los árbitros en los primeros partidos de la final.

¡Que envidia!. Si fuéramos árbitros de la NBA estaríamos amparados y protegidos ante los intentos de presión y deslegitimación que sufrimos. Aquí, por desgracia, no. Debe ser cuestión de altura.

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