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El Gatito Celta: El fracaso de la intervención en Irlanda

La cura del gobierno para las enfermedades sociales causadas por el insaciable gasto público es, simplemente, más gasto público. Sólo que ahora el dinero no proviene del superávit sino de pedir prestado del futuro. John Engle.

La actual crisis financiera es un ejemplo de libro de texto de la naturaleza destructiva de la política intervencionista del gobierno. Un caso específico es el de la presente situación de Irlanda. Ésta sufre del exceso de gobierno. En particular, un terrible e hinchado sector público deprime a la economía irlandesa, ahogando la empresarialidad y construyendo un Estado del Bienestar.

Con la llegada del Tigre Celta, la economía de Irlanda ha crecido a una tasa exponencial. Desgraciadamente, esto ha precipitado un grado de intervención del gobierno en la esfera económica y social sin precedentes. Ahora, el gobierno irlandés tiene instrumentos de control sobre industrias tales como el transporte público, la generación y transmisión de electricidad, y los medios de comunicación (radio y televisión).

Los controles del gobierno han obstaculizado a proveedores independientes de servicios clave, a pesar de que existen algunos privados, precipitando así el tremendo tamaño de los servicios públicos y civiles (estatales). El sistema del estado del bienestar se extiende mucho más, en la educación (primaria, secundaria, y educación universitaria “gratuitas”), pensiones estatales, y asistencia sanitaria pública. Todos estos servicios requieren un presupuesto muy elevado.

Estos servicios y programas del gobierno a gran escala han generado enormes cargas fiscales, distribuidas de manera desproporcionada. Los más ricos de la sociedad pagan una cantidad desnivelada de impuestos. Según Brian Lenihan, el Ministro de Finanzas, la política del gobierno va dirigida a desplazar "la incidencia y el foco de los impuestos hacia los que más capacidad tienen de contribuir".

En otras palabras, aquellos con más dinero deberían ser obligados a contribuir desproporcionadamente más de su riqueza para las enormes arcas del gobierno. Las tasas del impuesto sobre la renta están ridículamente estratificadas; los que cobran menos están exentos, y los más ricos pagan más del 40% de sus ingresos.

Además de esto, el gobierno está pidiendo ahora un aumento adicional de la imposición del 1% para los que ganan hasta 100.000 euros, del 2% para los que cobran hasta 250.000, y un aumento del 3% adicional para los que ganan más de 250.000 euros.

Esta desigual e injusta carga fiscal ha ayudado a asfixiar la actividad e iniciativas empresariales y a dificultar las perspectivas de recuperación de Irlanda de la actual recesión.

La reciente crisis ha empujado a la economía irlandesa en su caída en picado, después de que los años de disfrutar simultáneamente de superávit y gasto público desaforado se hayan agotado, dejando paso a un enorme déficit. El gobierno de Irlanda ha seguido a la mayoría de naciones y ha aprobado un plan de estímulo masivo, en un intento de hacer arrancar de nuevo su economía. Tanto el Bank of Ireland como el Allied Irish Banks (AIB) están pasando apuros y se enfrentan a la nacionalización por parte de un entusiasta e intervencionista gobierno.

El gobierno ya ha entregado 7.000 millones de euros a estos bancos y se ha auto-establecido como una poderosa influencia sobre la junta directiva de éstos. Sin embargo, esta recapitalización puede ser sólo el principio, ya que la completa nacionalización persiste como una amenaza cada vez más posible, especialmente a la vista de los rumores en EEUU acerca nacionalizar los bancos americanos.

El mercado de la vivienda también está sufriendo un grado de interferencia y participación del gobierno sin precedentes. El presupuesto del 2009 destinará 1.650 millones de euros a la financiación de programas de vivienda. El gobierno tiene la intención de garantizar las malas hipotecas y ha exigido a los bancos que instituyan moratorias sobre los pagos de la compra de vivienda.

Los programas sociales también experimentarán un aumento en el presupuesto de este año. Según el presupuesto, el gasto social incrementará este año un 8.4% hasta 19.600 millones de euros. El gobierno también tiene intención de repartir un paquete de medidas sociales por valor de 515 millones.

Aparentemente la cura para las enfermedades sociales causadas por el insaciable gasto publico es, simplemente, más gasto público. Sólo es ahora cuando el dinero que está siendo frívolamente desperdiciado no viene de un superávit, sino de pedir prestado del futuro.

Evidentemente, la estrategia del gobierno irlandés es la de aumentar su participación en la esfera económica, una simple intensificación de la misma estrategia que ha provocado el volátil ciclo económico y la actual recesión. El único remedio del gobierno parece ser involucrarse más aún en la economía. Ya está en camino de nacionalizar sus principales bancos y de sostener de manera artificial al mercado inmobiliario.

La economía irlandesa descansa en el precipicio de la devastación. El intervencionismo del gobierno ha dejado a Irlanda con poco margen de maniobra en este difícil clima. La respuesta para los males económicos de Irlanda no es una mayor intervención gubernamental, sino una vuelta al liberalismo económico, al gobierno pequeño, y a una sana política monetaria. Irlanda necesita estudiar con atención la teoría económica Austriaca y dar un paso atrás del fracasado modelo Keynesiano.

 Irlanda necesita volver a unos fundamentos sólidos: debe eliminar, o al menos reducir, su leviatánico sector público; debe controlar la inflación a través de políticas fiscales y monetarias responsables; y debe recortar los controles económicos del gobierno para dar estabilidad duradera a su economía. El único plan sensato solo puede ser cortar el gasto público, eliminar los programas de gasto social, y acabar con el sostenimiento artificial de sectores fracasados del mercado.

Una vuelta drástica a una economía responsable es la única manera legítima de escapar al profundo agujero en el que Irlanda se encuentra. Si el Tigre Celta quiere afilar sus garras una vez más, necesitará afilarlas en la piedra del libre mercado

Artículo elaborado por John Engle, y publicado en el Ludwig von Mises Institute.

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